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22 octubre 2024

MIS RINCONES FAVORITOS

 




"Viajar es descubrir lugares que se quedan en el corazón, donde cada rincón cuenta una historia única."



Explorar el mundo ha sido siempre una de mis mayores pasiones. Cada viaje es una oportunidad para sumergirme en nuevas culturas, caminar por calles llenas de historia y, sobre todo, descubrir esos rincones especiales que, de alguna manera, me hacen sentir parte de algo más grande. A lo largo de mis viajes, he encontrado lugares que han dejado una huella profunda en mí: desde ciudades antiguas cargadas de misterio, hasta paisajes naturales que parecen sacados de un sueño. Cada uno de estos rincones tiene algo que lo hace inolvidable, ya sea su belleza arquitectónica, su atmósfera única o simplemente la serenidad que se respira al estar allí. Estos lugares favoritos no solo son destinos, sino pequeñas joyas que he ido coleccionando en mi memoria, y que me inspiran a seguir viajando y descubriendo nuevas maravillas.




CRIPTAS REALES DE LOS AUSBURGOS. VIENA






Aunque ya habíamos visitado Viena en tres ocasiones, esta vez descubrimos un lugar completamente nuevo para nosotros: las Criptas Reales de los Habsburgo, también conocidas como Cripta Imperial o Kapuzinergruft. Están situadas bajo la Iglesia de los Capuchinos, en pleno centro de la ciudad, y guardan una parte impresionante —y solemne— de la historia del antiguo Imperio Austrohúngaro.


En este espacio reposan los restos de más de 140 miembros de la dinastía Habsburgo, una de las casas reales más poderosas e influyentes de Europa. Fundada en 1618 por la emperatriz Ana del Tirol, la cripta fue creciendo con el tiempo para acoger emperadores, emperatrices y otros miembros de la familia imperial.


Entre las tumbas más destacadas se encuentra la de María Teresa, la única mujer que gobernó el imperio en solitario, enterrada junto a su esposo, Francisco I. También están los restos del emperador Francisco José I, que reinó durante casi 70 años, y de su esposa, la célebre emperatriz Sissi, una figura que sigue fascinando por su vida trágica y su carácter singular.


El ambiente dentro de la cripta es sobrecogedor. Las galerías silenciosas, los sarcófagos ornamentados con figuras barrocas y neoclásicas, y la sensación de estar caminando por siglos de historia europea convierten la visita en algo más que un recorrido turístico. Cada tumba encierra una historia, y muchas de ellas están marcadas por la pérdida, el deber y el peso del poder.


Más allá del esplendor que reflejan algunas tumbas, hay una sensación constante de humanidad: incluso en el corazón de un imperio, la muerte iguala a todos. La vida de Sissi, por ejemplo, sigue conmoviendo por el contraste entre su imagen pública y la realidad íntima de su sufrimiento.


Visitar la Cripta Imperial fue una experiencia intensa. Es un rincón de Viena que no habíamos explorado antes y que nos dejó una impresión duradera. Un espacio para reflexionar sobre la historia, la memoria y el legado de una familia que marcó profundamente el destino de Europa.







LIBRERIA EL ATENEO. BUENOS AIRES





En el corazón de Buenos Aires, descubrimos uno de esos lugares que no se olvidan: la Librería El Ateneo Grand Splendid. Habíamos oído hablar de ella, pero estar ahí, dentro de lo que fue un teatro neoclásico de 1919, supera cualquier descripción.


Lo primero que llama la atención es la majestuosidad del espacio: el antiguo escenario, donde antes se representaban óperas y espectáculos, hoy es un café acogedor donde muchos se sientan a leer o simplemente a contemplar el lugar. Los palcos originales ahora albergan estanterías repletas de libros, y se puede pasear por ellos como si uno estuviera en medio de una función silenciosa dedicada a la literatura.


El techo abovedado, con un mural pintado que aún conserva su color y detalle, y las lámparas que cuelgan del salón principal, aportan ese aire de elegancia antigua que le da tanta personalidad. Todo ha sido preservado con mucho cuidado, y eso se nota en cada rincón.


Recorrer esta librería es una experiencia distinta: no se trata solo de buscar libros, sino de vivir el lugar. Entre sus pasillos, en los palcos o sentado en el café, uno se siente rodeado por una mezcla perfecta de historia, arte y cultura.


El Ateneo Grand Splendid no es simplemente una librería. Es un homenaje al placer de leer, al teatro que alguna vez lo llenó de voces, y a la imaginación que ahora habita cada página.


CATEDRAL DE SIENA



Cada vez que visitamos la Catedral de Siena —el Duomo— parece que descubrimos algo nuevo. Es uno de esos lugares que imponen desde lejos y siguen impresionando hasta el último rincón.


La fachada, hecha de mármol blanco y negro (los colores simbólicos de Siena), está llena de detalles: esculturas, relieves y mosaicos dorados que brillan con el sol. Pero es al cruzar la puerta cuando uno realmente entiende por qué este templo es considerado una de las joyas del gótico italiano.


El interior es impresionante. Las columnas rayadas en blanco y negro crean un contraste que guía la vista hacia arriba, hacia la cúpula, donde un cielo estrellado pintado en azul profundo parece elevar todo el espacio. El suelo de mármol, por su parte, está cubierto de escenas bíblicas talladas con una precisión que obliga a caminar despacio, como si cada paso formara parte de una historia.


Uno de los espacios más sorprendentes es la Biblioteca Piccolomini, con sus frescos vivos y coloridos que relatan la vida del papa Pío II. Entrar ahí es como hacerlo en otro mundo: todo parece estar suspendido en luz.


La atmósfera del Duomo es solemne, casi mística. La luz que se filtra por las vidrieras tiñe el interior de colores suaves, envolviendo cada detalle en un silencio reverente. Más que una visita, estar en la Catedral de Siena es una experiencia: de belleza, de historia, de asombro.



POMPEYA





Pocas experiencias se parecen a la de caminar por Pompeya, la antigua ciudad romana sepultada por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C. Aunque uno ha visto fotos o leído sobre ella, estar allí, entre sus calles y ruinas, cambia por completo la percepción.


La ciudad fue conservada bajo capas de ceniza volcánica, y eso permitió que muchos de sus edificios, objetos y hasta momentos cotidianos llegaran hasta nosotros con una claridad sorprendente. Casas, templos, tiendas, mosaicos, frescos… todo parece susurrar cómo era la vida en ese preciso instante en que todo quedó en pausa.


Uno de los lugares más impactantes es la Villa de los Misterios, con sus frescos aún vibrantes, o el anfiteatro, que muestra la importancia del arte y el espectáculo en la ciudad. Pero sin duda, lo que más conmueve es ver los moldes de los cuerpos de quienes quedaron atrapados en la erupción. No son solo figuras: son recuerdos silenciosos de una tragedia muy humana.


Cada rincón de Pompeya tiene algo que contar. El bullicio congelado del Foro, las termas, las tabernas, las casas privadas… Es un lugar que permite imaginar la vida de hace dos mil años con una precisión asombrosa.


Visitar Pompeya no es solo ver ruinas. Es entrar en una ciudad real, con historias reales, y sentir, aunque sea por un momento, el peso del tiempo detenido.



MUSEO D'ORSAY. PARIS 



A orillas del Sena, en el corazón de París, se alza el Museo d’Orsay, uno de los espacios culturales más especiales que hemos visitado. Ocupa una antigua estación de tren, la Gare d’Orsay, construida para la Exposición Universal de 1900, y transformada en museo en 1986. El edificio en sí ya justifica la visita: su gran reloj, su estructura de hierro y su luminosidad recuerdan constantemente su pasado ferroviario.


Al entrar, lo primero que impacta es la nave central, un espacio amplio y lleno de luz, donde las obras parecen estar expuestas bajo una cúpula de cristal. El ambiente es casi escénico, con pasillos que se abren a diferentes salas y niveles.


La colección es una de las más importantes del mundo en arte impresionista y postimpresionista. Están todos: Monet, Renoir, Degas, Van Gogh, Cézanne, Toulouse-Lautrec… Ver sus obras en un entorno tan especial multiplica el impacto. Los colores, los trazos, la forma de captar la luz y lo cotidiano hacen que la pintura cobre vida.


Pero el museo no se queda solo en la pintura. También hay esculturas, mobiliario, fotografía y otras expresiones del arte decorativo de finales del siglo XIX y principios del XX. Es una visión completa de una época que cambió la manera de mirar el mundo.


Y para terminar la visita, nada mejor que asomarse a la vista desde el gran reloj del museo: París enmarcada en un círculo de cristal, un rincón perfecto para detenerse y contemplar.


El Museo d’Orsay no es solo un lugar para ver arte. Es un espacio donde se mezclan la historia, la arquitectura y la creatividad, y donde cada paso revela algo nuevo. Un lugar al que siempre se quiere volver.





MACHU PICCHU. PERU



Visitar Machu Picchu es una de esas experiencias que se quedan grabadas para siempre. En lo alto de los Andes peruanos, esta ciudadela inca del siglo XV sorprende no solo por su arquitectura, sino por el entorno que la rodea. La sensación al llegar es la de estar frente a algo que no parece de este mundo.


Las terrazas verdes, los caminos de piedra, las montañas que se alzan como guardianas silenciosas… Todo parece formado por la propia naturaleza, y al mismo tiempo, cuidadosamente diseñado. Los bloques encajados con precisión, sin mortero, reflejan una ingeniería avanzada y una profunda armonía con el entorno.


Cada espacio tiene su significado. El Templo del Sol, la Piedra Intihuatana, las plazas, los canales… Cada elemento está pensado, y cada rincón parece conservar algo de la energía que los incas depositaron allí. El silencio se siente distinto, como si aún resonaran voces antiguas entre las ruinas.


Caminar por sus senderos y escaleras es más que una visita: es un viaje en el tiempo, y también una forma de desconectar del presente para conectar con algo más grande. En algunos momentos, todo parece alinearse: la luz del amanecer, la bruma que se disipa lentamente, la piedra que aún guarda calor del sol.


Machu Picchu no es solo impresionante. Es un lugar que transmite paz, misterio y una belleza que cuesta explicar con palabras. Estar allí es sentirse parte de una historia más antigua y más sabia.






CHIADO DE LISBOA. PORTUGAL




El Chiado, en el corazón de Lisboa, es uno de esos lugares que te envuelven con su encanto desde el primer momento. Este barrio histórico combina lo mejor de la tradición y la modernidad, y eso es lo que más me atrae de él. Caminar por sus calles adoquinadas, rodeado de edificios elegantes de estilo Pombalino, te transporta a otra época, mientras que las tiendas, cafés y librerías que lo llenan de vida revelan una energía contemporánea.

Uno de mis rincones favoritos es la Librería Bertrand, la más antigua del mundo, donde se respira historia en cada rincón. Me encanta sentarme en uno de los muchos cafés clásicos, como el A Brasileira, famoso por haber sido el refugio de escritores y artistas, entre ellos el poeta Fernando Pessoa, cuya estatua preside la entrada y donde he fotografiado a Carmen y Ana. Allí, con un café en la mano, se puede disfrutar de la atmósfera única del lugar, un punto de encuentro entre el pasado literario de Lisboa y su vibrante presente.

El Chiado también es un lugar lleno de arte, con sus teatros y galerías, como el Teatro Nacional de São Carlos, que siempre me llama la atención por su elegancia y historia. Además, desde el Miradouro de Santa Catarina se obtiene una de las mejores vistas del río Tajo, lo que convierte cada paseo en una experiencia visual inolvidable.

Es esa mezcla de cultura, belleza y nostalgia lo que me hace volver al Chiado cada vez que vamos a Lisboa.



CIUDAD DE LAS CIENCIAS. VALENCIA




Después de haber vivido más de 20 años en Valencia, volver como visitante a la Ciudad de las Artes y las Ciencias tiene un valor especial. Este complejo, diseñado por Santiago Calatrava y Félix Candela, es mucho más que un hito arquitectónico: es uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad y un lugar al que siempre es un placer regresar.


Todo el conjunto tiene un aire futurista que contrasta con la tradición valenciana. Sus edificios parecen salidos de una película de ciencia ficción, pero están perfectamente integrados en el entorno del antiguo cauce del río Turia, hoy convertido en un extenso jardín urbano.


Uno de los espacios más llamativos es L’Hemisfèric, con forma de ojo gigante. Allí se puede disfrutar de proyecciones IMAX, planetario y espectáculos visuales que combinan tecnología y divulgación de forma envolvente. Muy cerca, el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe ofrece una experiencia más interactiva: tocar, explorar y aprender es parte del recorrido.


Otro de los grandes atractivos es el Oceanogràfic, el mayor acuario de Europa. Es un viaje por los ecosistemas marinos del planeta, con tiburones, delfines, pingüinos y muchas otras especies que fascinan tanto a niños como a adultos.


El arte también tiene su espacio en el Palau de les Arts Reina Sofía, un edificio que impresiona tanto por fuera como por dentro. Allí se representan óperas, conciertos y espectáculos escénicos de primer nivel.


Completan el recorrido el Umbracle, un paseo ajardinado con esculturas contemporáneas, y el Ágora, un espacio para eventos y exposiciones que aporta versatilidad al conjunto.


La Ciudad de las Artes y las Ciencias no es solo un sitio para ver. Es un lugar para explorar, aprender y disfrutar, con opciones para todas las edades y gustos. Un rincón moderno que, incluso después de tantos años viviendo en Valencia, sigue sorprendiendo y emocionando.




FOROS ROMANOS. ROMA


Nuestra primera visita al Foro Romano fue en 2007, en aquellos tiempos en los que la entrada aún era gratuita. Aun así, lo que realmente impacta no es el precio, sino la sensación de caminar por el corazón de la Antigua Roma, rodeado de ruinas que han resistido siglos.


Ubicado entre el Palatino y el Capitolio, este vasto espacio fue durante más de mil años el centro político, religioso y comercial del imperio. Pasear por aquí es hacerlo por el mismo terreno que pisaron senadores, emperadores y ciudadanos romanos.


Entre las estructuras más reconocibles está el Templo de Saturno, cuya fachada con columnas sigue en pie, dando testimonio de los orígenes más antiguos de la ciudad. También impresiona la Basílica de Majencio y Constantino, uno de los edificios más grandes del foro, que aún conserva parte de su imponente estructura.


El Arco de Septimio Severo, con sus relieves de campañas militares, sigue marcando el paso de la Vía Sacra, la calle principal por donde transitaban las procesiones triunfales. Y no muy lejos se encuentra la Casa de las Vestales, donde vivían las sacerdotisas encargadas de mantener el fuego sagrado de Roma.


Cada rincón del Foro cuenta una historia. Las columnas solitarias, los arcos y los restos de templos son como fragmentos de un gran relato que sigue vivo. Es uno de esos lugares donde la historia no se observa, se camina.


Volver al Foro Romano es siempre un reencuentro con el pasado, y un recordatorio de hasta qué punto esta ciudad moldeó el mundo en que vivimos.



RAVENA CENTRO DEL ARTE BIZANTINO. ITALIA




Rávena fue una de esas sorpresas que no se olvidan. Situada en la región de Emilia-Romaña, guarda una riqueza artística e histórica difícil de igualar. Fue capital del Imperio Romano de Occidente, y después centro del poder ostrogodo y bizantino. Hoy, sigue brillando con luz propia gracias a sus mosaicos, su historia y su conexión con grandes figuras de la literatura.


La ciudad conserva ocho monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y todos son una lección de arte antiguo. La Basílica de San Vital, con su ábside repleto de mosaicos bizantinos, es uno de los lugares más impactantes. No muy lejos, el Mausoleo de Gala Placidia ofrece un momento de recogimiento entre sus cielos estrellados en mosaico. El Mausoleo de Teodorico y la Basílica de San Apolinar en Classe completan un recorrido único por el arte paleocristiano y bizantino.


Además de su valor artístico, Rávena fue clave desde el punto de vista estratégico. Su ubicación entre marismas la convirtió en una ciudad difícil de conquistar. La Fosa Augusta, un canal construido por César Augusto, la conectaba con el mar Adriático y su antiguo puerto en Classe, reforzando su papel como ciudad portuaria.


Pero Rávena no es solo arte y poder. También fue el último refugio de Dante Alighieri. Aquí vivió sus últimos años y aquí reposan sus restos, en un mausoleo sencillo pero lleno de simbolismo. Este vínculo con Dante se respira en sus calles, en sus museos, en sus librerías. Y no fue el único: Oscar Wilde, Lord Byron, Herman Hesse… todos encontraron en Rávena inspiración y belleza.


Pasear por la ciudad es hacerlo entre mosaicos, historia, poesía y silencio. Hay una espiritualidad que envuelve cada rincón, y una calma que invita a detenerse. Rávena es de esos lugares que no buscan deslumbrar, pero lo hacen sin esfuerzo. Un refugio de historia y arte que se queda muy dentro.




TEATRO ROMANO DE TAORMINA. SICILIA





Durante nuestro viaje a Sicilia en septiembre de 2018, llegamos a uno de esos lugares que se quedan grabados para siempre: el Teatro de Taormina. Situado sobre una colina con vistas al mar Jónico y al Etna, este antiguo teatro griego —posteriormente ampliado por los romanos— es tanto una joya arqueológica como un balcón natural sobre el Mediterráneo.


Construido en el siglo III a.C., fue utilizado para representaciones dramáticas y, más tarde, para espectáculos de gladiadores. Pero más allá de su historia, lo que impacta es el entorno: sentarse en sus gradas es experimentar un diálogo entre piedra, cielo y mar.


Desde allí, se ve cómo el azul intenso del mar se extiende hasta fundirse con el horizonte, mientras el Etna, en la distancia, vigila en silencio. El viento marino trae su aroma salado, y el sol calienta las piedras antiguas. Todo el lugar respira un aire atemporal.


En ese silencio, uno puede imaginar los ecos de las tragedias griegas, las ovaciones romanas, y la vida de un mundo ya desaparecido. La acústica, la luz, la inmensidad del paisaje… todo contribuye a una atmósfera casi sagrada, donde lo natural y lo histórico se abrazan.


Sicilia, además, guarda otros teatros clásicos como el de Siracusa, el de Segesta o el romano de Catania, cada uno con su propia historia. Pero el Teatro de Taormina tiene algo único: su capacidad de emocionar sin decir una palabra.



EL DESIERTO DE LA HUACACHINA. PERU




El Desierto de Huacachina, en pleno corazón de Perú, fue uno de esos lugares que nos dejó sin palabras. Un mar de arena dorada infinita, bajo un sol implacable, que se abre de pronto para revelar algo casi mágico: un oasis rodeado de palmeras y un lago tranquilo, como si el desierto se hubiera detenido un momento para dar vida a este rincón improbable.


La experiencia comienza ya con la vista. Las dunas, altas y suaves, se pierden en el horizonte. Pero el momento más emocionante llega con el recorrido en buggy: subir a uno de estos vehículos todoterreno es lanzarse a una montaña rusa hecha de arena. El buggy sube y baja por pendientes imposibles, y cada salto deja una mezcla de adrenalina y asombro.


Arriba, desde lo alto de una duna, la vista es impresionante: curvas de arena bañadas por el sol, el oasis brillando a lo lejos, y un silencio que lo envuelve todo. Solo el viento rompe la calma.


Y para los más aventureros, no falta el sandboard: deslizarse duna abajo como si fuera nieve, pero con sol, calor y arena por todas partes. Es el broche perfecto para una tarde que parece sacada de otro planeta.


Huacachina no es solo un lugar para ver. Es una experiencia completa, hecha de luz, movimiento y silencio, que se queda muy dentro.


MUSEO EGIPCIO DE TURÍN. ITALIA 





No esperábamos encontrar una colección egipcia tan impresionante fuera de Egipto, pero el Museo Egipcio de Turín (Museo Egizio) nos dejó perplejos. Fundado en 1824, es el más importante del mundo dedicado exclusivamente a la civilización egipcia después del museo de El Cairo, y uno de esos lugares que marcan una visita.


Desde el primer paso, te sumerges en más de 5.000 años de historia, rodeado de más de 30.000 piezas arqueológicas que abarcan desde el periodo predinástico hasta la época grecorromana. Todo está organizado de forma cronológica, lo que hace que el recorrido sea también un viaje gradual en el tiempo.


Entre las piezas más destacadas, impresiona la estatua de Ramsés II, que domina con su presencia una de las salas principales. También hay sarcófagos, papiros, amuletos, esculturas, momias y joyas que cuentan, con detalle y belleza, la vida, la religión y el arte del antiguo Egipto.


La colección de momias y ajuares funerarios es una de las más impactantes. Ver esos objetos, tan personales y rituales, es acercarse directamente a la visión egipcia del más allá. Y entre las joyas del museo, destaca el Papiro de Turín, fundamental para comprender la mitología y la genealogía de los faraones.


Más que un museo, este lugar es una experiencia inmersiva. Cada sala, cada objeto, está cuidadosamente presentado para que uno pueda comprender y sentir el peso de una civilización que sigue fascinando siglos después.


El Museo Egipcio de Turín es, sin duda, uno de mis rincones favoritos, y un imprescindible para cualquiera que sienta curiosidad por la historia y el legado del mundo antiguo.





MALL NATIONAL WASHINGTON. ESTADOS UNIDOS 




El National Mall, en el corazón de Washington D.C., es mucho más que un espacio abierto entre monumentos. Es un lugar donde la historia, la política y la memoria conviven en equilibrio, ofreciendo una experiencia que mezcla solemnidad, conocimiento y belleza urbana.


Esta explanada verde de casi tres kilómetros está flanqueada por algunos de los puntos más icónicos de Estados Unidos. A un extremo se alza el Capitolio, sede del Congreso; al otro, el Lincoln Memorial, que recuerda con sobriedad la figura del presidente que marcó una época.


En el centro, el Monumento a Washington, un obelisco de mármol blanco, se eleva con fuerza, visible desde todos los puntos del Mall. A su alrededor, los museos de la Smithsonian Institution —como el Museo Nacional de Historia Americana y el Museo del Aire y del Espacio— abren sus puertas de forma gratuita, convirtiendo el paseo en una experiencia educativa accesible para todos.


Uno de los espacios más conmovedores del recorrido es el Monumento a los Veteranos de Vietnam, un muro negro de granito donde están grabados los nombres de más de 58.000 soldados que murieron o desaparecieron durante la guerra. Su diseño, sobrio e íntimo, invita al silencio y al recogimiento. A su lado, los memoriales dedicados a la Guerra de Corea y a la Segunda Guerra Mundial completan un conjunto de homenaje a quienes sirvieron en momentos cruciales del siglo XX.


El National Mall es un reflejo del espíritu democrático estadounidense, un espacio de encuentro, memoria y reflexión. Fue también el primer rincón que conocí de todos los que forman esta colección, allá por 1989, durante una estancia de un mes en la capital de Estados Unidos. Y aunque es el último que comparto en esta serie, es, en cierto modo, el lugar donde todo comenzó. Una forma simbólica de cerrar este recorrido por el mundo a través de rincones que han dejado una huella en mi vida.



Para los curiosos que han llegado hasta el final

Oporto y el Centro de Portugal