La infiltración: defensa silenciosa
La infiltración no es un secreto: actúa como defensa silenciosa que protege a la sociedad frente a amenazas invisibles.
Esta figura opera entre la lealtad al Estado y la desconfianza de quienes vigila, anticipando peligros antes de que se materialicen.
1. Rol del infiltrado
El infiltrado se mueve en la sombra, con un objetivo claro: anticipar, prevenir y neutralizar amenazas. Sus funciones principales incluyen:
- Recopilar información desde dentro de organizaciones criminales o violentas.
- Detectar jerarquías, rutas de tráfico y planificación de atentados.
- Diferenciar entre protesta legítima y acciones violentas.
2. Beneficios estratégicos
El trabajo del infiltrado aporta ventajas concretas a la seguridad pública:
- Evitar atentados y desmantelar redes de narcotráfico y trata de personas.
- Reducir el despliegue masivo de fuerzas y minimizar daños colaterales.
- Frenar crisis mayores: sabotajes, campañas de desinformación o ataques que afecten a la ciudadanía o al mercado.
3. Ámbitos de actuación
- Terrorismo y radicalización: identificación de líderes y planes violentos.
- Crimen organizado: seguimiento de rutas de tráfico y jerarquías ocultas.
- Protesta antisistema: distinguir entre movilización pacífica y sabotaje.
4. Riesgos y límites
Un infiltrado sin regulación puede generar problemas graves:
- Persecución ideológica o paranoia.
- Confusión entre hechos reales y falsos incidentes.
Las reglas esenciales son: legalidad, proporcionalidad y respeto a los derechos humanos. Dentro de estos límites, el infiltrado protege la democracia, no la amenaza.
La figura del infiltrado incomoda porque evidencia hasta dónde llega el Estado para garantizar seguridad. Sin embargo, en un entorno donde las amenazas se infiltran en todos los ámbitos —digital, político e ideológico—, su presencia es decisiva para anticipar peligros y proteger a la sociedad.
