No viajamos para escapar de la vida, viajamos para que la vida no se nos escape.
Viaje a Estocolmo y Oslo
Viajar es una forma de conocer nuevos paisajes, culturas y modos de vida. En este caso, exploramos dos capitales nórdicas que, aunque menos visitadas que otras ciudades europeas, ofrecen un equilibrio entre modernidad, tradición y entorno natural: Estocolmo y Oslo.
Estocolmo
Estocolmo, capital de Suecia, está formada por 14 islas conectadas por más de 50 puentes. Entre el mar Báltico y el lago Mälaren, su geografía le da un carácter muy especial.
Durante nuestra estancia, caminamos por Gamla Stan, el casco antiguo. Allí vimos por fuera el Palacio Real, uno de los más grandes de Europa, y la Catedral de San Nicolás, con su interior sencillo pero elegante. También pasamos junto a la Ópera Real y el Moderna Museet, dedicado al arte contemporáneo, aunque no llegamos a entrar.
Una de las cosas que más nos gustó fue caminar de una isla a otra cruzando puentes. Estocolmo es una ciudad limpia, silenciosa y muy bien planificada. El transporte público funciona bien, pero recorrerla a pie permite ver detalles que no se aprecian desde un autobús o metro.
Un detalle curioso: es muy común encontrar supermercados con sushi fresco, algo que no esperábamos.
Oslo
Oslo, capital de Noruega, también nos sorprendió por su mezcla de ciudad moderna con naturaleza por todas partes.
Visitamos la Fortaleza de Akershus, junto al puerto. Desde allí se tienen buenas vistas del fiordo de Oslo. La fortaleza conserva parte de su estructura medieval y es un lugar tranquilo para pasear.
Otro sitio que vale la pena es el Parque de Esculturas de Vigeland. Tiene más de 200 esculturas del artista noruego Gustav Vigeland, todas al aire libre. La entrada es gratuita. Las figuras representan distintas etapas y momentos de la vida, muchas de ellas muy expresivas. Es un parque diferente, que combina arte y paseo en un entorno amplio.
Tampoco faltó la visita exterior a la Ópera de Oslo, un edificio moderno y llamativo junto al agua. Se puede caminar por su tejado, algo que hicimos sin saber que era tan típico. Desde arriba se ve el puerto y parte del centro.
Nos quedó pendiente el Museo de Barcos Vikingos, cerrado por reformas en ese momento. Es uno de los lugares más conocidos de la ciudad y lo dejamos para una futura visita.
Estocolmo y Oslo son dos capitales que invitan a caminar sin prisa. Son limpias, ordenadas, bien diseñadas. No tienen monumentos espectaculares en cada esquina, pero sí ofrecen calidad de vida, respeto por lo público y un buen equilibrio entre ciudad y naturaleza. Para quienes estén pensando en un viaje diferente por Europa, valen la pena.