Bolivia
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No hay propiamente edad de la vejez. Se es viejo cuando se comienza a actuar como viejo.
Mis viajes a Bolivia
Bolivia, un país de contrastes, me llevó en 2017 tanto a La Paz como a Santa Cruz de la Sierra, dos ciudades que, aunque importantes, no dejaron una impresión particularmente positiva en mí.
Vista de La Paz |
La Paz, la capital, me recibió con su paisaje árido y su caos urbano a más de 3.500 metros de altura, que en algunas zonas, como El Alto, supera los 4.000 metros. La falta de oxígeno para los que no estamos acostumbrados a la altitud es un recordatorio constante de lo inhóspito que puede ser este lugar para el visitante. Lo que más me sorprendió, sin embargo, fue su aspecto. La Paz me pareció la capital más fea de América Latina. Su Plaza Murillo, aunque contiene edificios históricos como la Catedral, el Parlamento y el Palacio Presidencial, está rodeada de estructuras que no hacen mucho por mejorar su estética. Detrás del palacio, una moderna torre de oficinas parece desentonar aún más con el entorno. Y en cuanto a los atractivos turísticos... la ciudad no ofrece demasiado. Tal vez lo más impresionante de Bolivia sea el Salar de Uyuni, un lugar que me hubiera encantado visitar, pero las largas horas de viaje en autobús y coche hicieron que me quedara con las ganas.
Catedral de Santa Cruz de la Sierra |
Santa Cruz de la Sierra, en cambio, fue una experiencia ligeramente más agradable. Aunque no tiene una gran cantidad de atractivos turísticos en su núcleo urbano, su carácter es más accesible y menos opresivo que el de La Paz. Las pocas joyas arquitectónicas que conserva, como algunos palacetes del siglo XX y su Catedral de ladrillo visto, restaurada con esmero, añaden algo de encanto a la ciudad. Además, Santa Cruz es el centro económico del país, hogar de la mayor parte de las empresas extranjeras que operan en Bolivia. Lo que también la diferencia es su ubicación a menor altura, lo que hace que la respiración sea, al menos, más llevadera. Sin embargo, como en el caso de La Paz, no encontré razones suficientes para querer regresar.
En resumen, aunque ambos destinos tienen su relevancia dentro de Bolivia, para mí, tanto La Paz como Santa Cruz de la Sierra son ciudades para no volver.
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