Portugal tiene una forma especial de dejar huella. A través de sus ciudades históricas, su arquitectura de azulejos, sus dulces y su luz inconfundible, descubrimos dos rostros del país: el norte urbano y nostálgico de Oporto, y el corazón histórico del centro, con joyas como Coímbra, Aveiro, Óbidos o Sintra.
Viaje de 2011
En septiembre de 2011, iniciamos nuestra escapada a Oporto con un vuelo desde Alicante operado por Ryanair. Fueron cuatro días de paseo, historia y sabor portugués. Nos alojamos en un hotel de la cadena Eurostars, algo alejado del centro pero perfectamente conectado gracias al eficiente metro de la ciudad.
¿Qué vimos en Oporto?
·La Estación de São Bento, decorada con azulejos que narran la historia portuguesa.
·Iglesias recubiertas de azulejo blanco y azul, tanto en el exterior como el interior.
·La Librería Lello, famosa por su escalera, su arquitectura de madera y su vinculación con la saga de Harry Potter.
·Un paseo en barco por el Duero, que nos regaló vistas inolvidables de los puentes y fachadas de las ribeiras.
Uno de los puentes más emblemáticos de Oporto fue diseñado por Gustave Eiffel, y navegar bajo él al atardecer fue, sin duda, uno de los momentos más bellos del viaje.
El Centro de Portugal
Viaje de 2016
Cinco años más tarde, en 2016, volvimos a Portugal, esta vez por carretera desde Badajoz, con el objetivo de explorar más profundamente el Centro del país. La ruta nos llevó por ciudades llenas de encanto y mucha historia.
Évora
Hicimos una parada en esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad, con vestigios romanos y medievales. Pasear por Évora es viajar al pasado.
Almuerzo en la Pousada de Palmera
Cerca de Setúbal, disfrutamos de un excelente almuerzo antes de continuar hacia Lisboa, donde pasamos dos días descubriendo los barrios más emblemáticos: Alfama, Baixa, la Plaza del Comercio, y algunos miradores espectaculares.
Descubriendo el Centro de Portugal
Óbidos: una villa medieval de cuento
Rodeada por murallas, Óbidos es perfecta para un paseo tranquilo entre calles empedradas. Exploramos sus iglesias cubiertas de azulejos y descubrimos una librería dentro de una iglesia desacralizada. Muy recomendable almorzar aquí antes de continuar ruta.
Aunque en este viaje no llegamos a entrar a sus palacios, sí paseamos por el casco antiguo. Sintra, con su aura romántica y su pasado real, es un lugar al que siempre apetece volver.
En 2020, durante un viaje familiar, conocimos el Palacio Nacional de Sintra, y nos quedó pendiente el colorido Palacio da Pena.
Dormimos en el NH Coimbra, y recorrimos la ciudad en una fecha muy especial: Portugal acababa de ganar la Eurocopa.
Lo más destacado:
·El Monasterio de Santa Cruz, con espectaculares mosaicos de azulejo.
·La Catedral Nueva.
·La majestuosa Universidad de Coímbra, una de las más antiguas de Europa.
El ambiente universitario y la riqueza histórica hacen de Coímbra una parada obligatoria entre Lisboa y Oporto.
Aveiro: la Venecia portuguesa
Aprovechamos una tarde libre en Coímbra para visitar Aveiro, una ciudad atravesada por canales, decorada con moliceiros (barcas tradicionales) y con una estación de tren adornada con azulejos.
No visitamos sus playas, pero sí nos deleitamos con pasteles de nata en una cafetería local, antes de regresar al hotel.
Tanto Oporto como las ciudades del Centro de Portugal nos ofrecieron una experiencia rica en patrimonio, gastronomía y belleza. Nos llevamos la imagen de azulejos brillando al sol, puentes sobre el Duero, pueblos amurallados y tardes tranquilas de paseo.
Portugal, tan cercano y auténtico, es un país al que siempre apetece regresar.
Cuando pensamos en Valencia, solemos imaginar luz, cultura y fiesta. Pero durante años, la ciudad vivió otra realidad. Una guerra silenciosa contra el narcotráfico. Una lucha que no salía en los titulares, pero que marcó a muchos.
Lo sé bien. Viví y trabajé en Valencia durante más de 20 años. Conocí de cerca esa otra ciudad. Esa experiencia me llevó a escribir SOMBRAS EN EL LEVANTE, una serie de novelas inspiradas en hechos reales. En ellas narro cómo clanes internacionales, redes locales y corrupción política convirtieron Valencia en un punto clave del narcotráfico entre los años 70 y 90.
La serie: un viaje a la trastienda del crimen
A través de los inspectores Julián Duarte y José Maturana (Perdigón), el lector se adentra en un mundo de droga, infiltraciones, traiciones y poder. La historia avanza con el tiempo, siguiendo la evolución de las mafias, las drogas y las estrategias policiales.
Aquí te presento las tres novelas que componen la serie:
1. Valencia en la Red
Años 70. Valencia es parte de la ruta internacional de la heroína. La mafia marsellesa y otros grupos usan la ciudad como puente entre Europa y América. El inspector Julián Duarte lidera un pequeño equipo contra el crimen, enfrentándose no solo a los traficantes, sino también a la falta de medios y a la corrupción interna.
2. El Paso de los Camellos
Años 80. La heroína lo domina todo. El joven inspector José Maturana, ya al frente del Grupo de Estupefacientes, enfrenta a una organización turca que introduce grandes cantidades de droga en la ciudad. Pero también debe lidiar con filtraciones y clanes locales que complican cada movimiento.
3. La Llegada del Perico
Mitad de los 80. La cocaína irrumpe con fuerza. Una operación que parecía cerrada destapa algo más grande: una trama de corrupción política que llega a las altas esferas. El inspector Maturana tendrá que moverse entre el mundo del narcotráfico y el de la política, donde todo es más turbio.
El pasado 7 de febrero salimos desde El Campello con destino a Toulouse, en un viaje por carretera que nos llevó a descubrir (y redescubrir) varias ciudades llenas de historia, arquitectura interesante y buena gastronomía. Aquí te contamos el recorrido día a día.
Primera parada: Vinaroz
Salimos después de comer y llegamos a Vinaroz sobre las siete de la tarde. Aprovechamos para dar un paseo por el paseo marítimo y el centro histórico, ideales para estirar las piernas tras varias horas en carretera.
Esa noche nos alojamos en el hotel Tancat de Codorniu, un lugar tranquilo que ya conocíamos de una visita anterior. Descansamos allí para continuar la ruta al día siguiente.
Gerona: historia y recuerdo personal
Al día siguiente, tras desayunar, pusimos rumbo a Gerona. Caminamos por el casco antiguo y subimos hasta la catedral, que destaca por su ubicación y arquitectura. Este lugar tiene un valor especial para mí, ya que fui bautizado allí en 1951.
A la hora de comer fuimos al restaurante La Miranda, muy cerca de la catedral. El menú fue de calidad y el servicio correcto. A las 16:00 retomamos el viaje con dirección a Toulouse.
El Capitolio
Llegada a Toulouse
Llegamos por la tarde y nos instalamos en el Residhome Toulouse Ponts Jumeaux, un apartamento cómodo aunque un poco alejado del centro. Para movernos por la ciudad utilizamos Uber, lo que facilitó los traslados.
Día 1 en Toulouse: Catedral, mercado y paseo junto al Garona
Empezamos el día visitando la Catedral de Saint-Étienne, un edificio que combina estilos arquitectónicos y destaca por sus vidrieras y su gran rosetón.
Después recorrimos el casco antiguo hasta llegar al Mercado Victor Hugo, lleno de vida y productos locales. Comimos en el Tom Pouce Café, en la Plaza Roger Salengro, donde probé la salchicha de Toulouse, un plato típico y muy sabroso.
Por la tarde paseamos por el Quai de la Daurade, junto al río Garona, y visitamos la iglesia de la Daurade, conocida por su Virgen Negra. Terminamos el día descansando en el alojamiento.
Día 2: visita a Albi
Ese día hicimos una excursión a Albi, donde visitamos la Catedral de Sainte-Cécile, construida en ladrillo rojo con aspecto de fortaleza. En su interior destacan los frescos y la escena del Juicio Final que cubre la bóveda del coro.
Almorzamos en el restaurante Le Bruit en Cuisine y por la tarde fuimos al Museo Toulouse-Lautrec, ubicado en el Palacio de la Berbie. La colección incluye carteles, retratos y bocetos del artista. Antes de regresar a Toulouse, cruzamos el puente viejo, desde donde se tienen buenas vistas de la ciudad.
Último día: Capitolio y Basílica de San Sernín
Visitamos el Capitolio, sede del ayuntamiento, con una fachada imponente y varias salas decoradas con frescos. El Salón de los Ilustres es especialmente interesante por su valor artístico e histórico.
Luego tomamos un café en la Plaza del Capitolio y fuimos a la Basílica de San Sernín, una de las iglesias románicas más importantes de Europa, que destaca por su torre octogonal y su nave central. El Convento de los Jacobinos estaba cerrado por restauración, así que quedó pendiente para una próxima visita.
Regreso a El Campello
El 11 de febrero iniciamos el regreso a casa. Volvimos algo cansados, pero muy satisfechos con el viaje. Tanto Toulouse como Albi nos sorprendieron por su patrimonio y ambiente. Sin duda, son ciudades a las que nos gustaría volver para seguir explorando sus alrededores.
"La civilización es la obra más alta del espíritu humano, pero también la más frágil."
Ramiro de Maeztu
El sur de Perú es una región que combina la majestuosidad de los Andes, el misterio de antiguas civilizaciones y la inmensidad del desierto, creando un conjunto de experiencias inigualables para cualquier viajero. Esta zona del país ofrece paisajes espectaculares, sitios arqueológicos de renombre mundial y ciudades que llevan consigo siglos de historia. Durante mi estancia en Perú, tuve la oportunidad de recorrer el sur en varias ocasiones, descubriendo tanto sus maravillas naturales como su riqueza cultural.
Cuzco
La ciudad de Cusco o Cuzco se encuentra enclavada en la cordillera de los Andes, a 3.400 metros sobre el nivel del mar. Es un lugar donde la historia parece estar tallada en piedra. Cusco es una muestra asombrosa de la alta ingeniería de los incas, quienes, con herramientas rudimentarias, lograron construir estructuras que han resistido el paso del tiempo y las inclemencias de la naturaleza.
Tras la captura de Atahualpa en Cajamarca, Pizarro y sus hombres marcharon hacia Cusco, donde fundaron la ciudad el 23 de marzo de 1534. Aunque los conquistadores españoles construyeron iglesias y casas coloniales sobre los cimientos de las antiguas estructuras incas, gran parte del esplendor de la ciudad original aún se puede apreciar. La Plaza de Armas, el corazón de Cusco, mantiene la estructura que se le dio durante la época colonial, pero en el pasado estaba rodeada por los palacios de los gobernantes incas.
Durante mi estancia en Perú, visité Cusco en cuatro ocasiones: tres veces como turista y una por trabajo. Cada visita me permitió descubrir algo nuevo. La ciudad tiene un encanto especial que, en algunos aspectos, me recordó a los antiguos pueblos de España, especialmente por la forma en que está diseñada. En una de estas visitas, me alojé en el hotelRamada by Wyndham Costa del Sol Cusco, que destaca por su excelente ubicación, ideal para recorrer la ciudad a pie.
Pasear por la Plaza de Armas, visitar el templo Coricancha y explorar los alrededores, como Sacsayhuamán, Qenqo y Tambomachay, es una experiencia que cualquier viajero debería vivir. Estos lugares conforman una de las zonas arqueológicas más importantes del país y ofrecen una visión profunda de la historia y el legado incaico.
Sacsayhuamán: Fortaleza y Misterio
Sacsayhuamán se encuentra a pocos kilómetros de Cusco y se puede llegar caminando, aunque lo más recomendable es hacerlo en transporte público o en una excursión organizada. Esta impresionante fortaleza, construida con gigantescos bloques de granito, algunos de hasta nueve metros de altura y 120 toneladas de peso, sigue siendo un enigma. Los guías locales ofrecen diversas teorías sobre su propósito: una fortaleza defensiva, un centro ceremonial o tal vez algo completamente distinto. Lo que es indiscutible es su magnificencia y la habilidad técnica que requirió su construcción, que tomó cerca de 70 años y en la que participaron más de 20.000 personas.
Cada 24 de junio, este sitio cobra vida con la celebración del Inti Raymi, una fiesta en honor al solsticio de verano que atrae tanto a locales como a turistas.
Otros Sitios Arqueológicos Cercanos
Junto con Tambomachay, se encuentran Puca Pucará y Qenqo, tres lugares que se pueden visitar en media jornada. Estos sitios, aunque más pequeños que Sacsayhuamán, tienen su propio encanto y ofrecen una mirada adicional al mundo incaico. Es recomendable incluirlos en el itinerario antes de emprender la marcha hacia Machu Picchu.
Machu Picchu: La Ciudad Perdida de los Incas
Machu Picchu, la joya del Imperio Inca, está situada en plena selva tropical, a 2.400 metros sobre el nivel del mar y a 110 kilómetros de Cusco. Es un lugar que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y reconocido como una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno.
El descubrimiento de Machu Picchu en 1911 se atribuye al explorador estadounidense Hiram Bingham III, quien buscaba la mítica ciudad de Vilcabamba. Lo que encontró fue algo diferente: una ciudadela construida en el siglo XV, dividida en dos grandes sectores. El sector agrícola, con sus terrazas, muestra la habilidad de los incas para adaptarse al entorno montañoso; mientras que el sector urbano destaca por sus templos, plazas y viviendas, entre las cuales sobresalen el Templo del Sol y el Templo de las Tres Ventanas.
Visité Machu Picchu por primera vez en Semana Santa de 2015 y por última vez en septiembre de 2017, acompañado por mi hija y sus amigas. La experiencia de contemplar la ciudadela al amanecer, con la niebla disipándose lentamente, es algo que quedará grabado en mi memoria para siempre.
Para llegar a Machu Picchu, el viaje comienza en Cusco, desde donde se toma un tren hasta Aguas Calientes. Desde este pequeño pueblo, construido exclusivamente para albergar turistas, minibuses autorizados suben a los visitantes en un trayecto de 15 minutos. Aunque algunos optan por subir caminando, esto solo se recomienda para quienes realizan el Camino Inca, una experiencia más exigente pero igualmente memorable.
Aguas Calientes, aunque carece de atractivo más allá de su función como escala, tiene algunos restaurantes interesantes. Entre ellos,El Indio Feliz, que ofrece una deliciosa mezcla de cocina franco-peruana y es propiedad de un francés.
El Valle Sagrado: Un Viaje a Través del Tiempo
El Valle Sagrado, una ruta que conecta Cusco con Machu Picchu, es una región que combina historia, paisajes espectaculares y tradiciones vivas. Este valle fue el corazón agrícola del Imperio Inca y aún conserva esa esencia en sus pueblos y sitios arqueológicos.
Pisac
Pisac, ubicado a una hora de Cusco, es conocido por su complejo arqueológico en lo alto de una montaña y su mercado artesanal en el pueblo. Desde las alturas se pueden observar terrazas agrícolas y tumbas excavadas en las laderas, un recordatorio de las prácticas funerarias de los incas.
Ollantaytambo
Ollantaytambo es el último punto de visita antes de tomar el tren hacia Machu Picchu. Este pueblo, que conserva su diseño original incaico, es un lugar fascinante para explorar. Las terrazas que rodean el sitio ofrecen vistas impresionantes, mientras que el templo en la cima es una muestra más de la habilidad arquitectónica de los incas.
Maras y Moray
Cerca de estos pueblos, otros lugares como las Salineras de Maras y las terrazas circulares de Moray añaden aún más riqueza al recorrido. Estuve visitándolas en el año 2017. Las Salineras, con sus miles de pozas de sal, y Moray, un centro de experimentación agrícola, muestran cómo los incas entendieron y aprovecharon su entorno natural.
Catedral de Arequipa
Arequipa y el Cañón del Colca
Arequipa, conocida como la Ciudad Blanca, es la segunda ciudad más importante del Perú. Su casco histórico, construido con piedra volcánica, es un ejemplo perfecto de la mezcla entre arquitectura española y tradición local. Destacan la Plaza de Armas, la catedral y el Convento de Santa Catalina, una pequeña ciudad dentro de la ciudad. En las dos ocasiones que Carmen y yo estuvimos, la última en octubre de 2017 no encantó Arequipa.
A unas cuatro horas por carretera se encuentra el Cañón del Colca, uno de los más profundos del mundo. Los miradores estratégicos ofrecen la oportunidad de ver cóndores en pleno vuelo, especialmente temprano en la mañana. Aunque el camino hacia el Colca puede ser desafiante debido a la altitud, el paisaje lo compensa con creces.
El Lago Titicaca
El Lago Titicaca, compartido entre Perú y Bolivia, es el lago navegable más alto del mundo, a 3.812 metros sobre el nivel del mar. En la fiesta del 1 de mayo de 2015 fuimos con otros matrimonio de colegas de la embajada de España. Por cierto otros dos y yo sufrimos sobre las 4 de la madrugada unas palpitaciones que nos despertaron a los 3 de los cuatro varones que estábamos. Lo comentamos y lo achacamos a la altura. Desde Puno, las excursiones en barco llevan a los visitantes a las islas de los Uros, hechas completamente de totora, y a la isla Taquile, conocida por su cultura textil.
En los Uros, los habitantes muestran cómo su estilo de vida ha perdurado a lo largo de los siglos, mientras que Taquile ofrece una experiencia más tranquila, con vistas panorámicas que parecen tocar el cielo.
Ayacucho: Historia y Resistencia
Ayacucho, conocida también como Huamanga, ocupa un lugar clave en la historia del Perú. Situada a 2.700 metros sobre el nivel del mar, esta ciudad fue el escenario de la decisiva Batalla de Ayacucho en 1824, donde se consolidó la independencia de Perú y de gran parte de América Latina. En ella estuvimos en el año 2015 un fin de semana.
La ciudad es famosa por sus más de 30 iglesias, que combinan estilos renacentistas, barrocos y mestizos. Durante la Semana Santa, Ayacucho se convierte en un epicentro de fe y cultura, con procesiones que atraen a miles de visitantes.
Sin embargo, Ayacucho también lleva una herida profunda: fue el lugar de nacimiento de Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso, cuyo movimiento terrorista dejó cicatrices en la década de 1980. En el pasado, Ayacucho fue el centro político y administrativo de la civilización Wari, predecesora de los incas. Hoy, su herencia cultural sigue viva en la artesanía, como los alabastros y los retablos que representan escenas religiosas y cotidianas.
Paracas y las Islas Ballestas
En agosto de 2014, mi primer viaje fuera de Lima me llevó al desierto de Paracas y a las Islas Ballestas. Regresaría al año siguiente con Carmen para que conociera este sitio. El lugar combina paisajes áridos con una biodiversidad marina que sorprende a cualquiera.
Paracas está a solo 250 kilómetros de Lima, un trayecto que toma unas tres horas y media por la Panamericana Sur. Su clima soleado y su constante brisa marina hacen de este lugar un destino especial. Desde aquí, partimos en una lancha hacia las Islas Ballestas, una reserva marina que alberga leones marinos, pingüinos y una gran variedad de aves. Ver a estos animales en su hábitat natural, rodeados de formaciones rocosas que emergen del océano, fue una experiencia inolvidable.
El casco urbano de Paracas también tiene su encanto. Este pequeño pueblo es conocido por su tranquilidad, ideal para quienes buscan un respiro. La Reserva Nacional de Paracas, con sus playas desérticas y su fauna única, es un testimonio de cómo la naturaleza puede prosperar incluso en las condiciones más áridas.
Nazca: Las Líneas del Misterio
En noviembre de 2014, visité las enigmáticas líneas de Nazca. Este viaje comenzó con una excursión al oasis de la Huacachina, un lugar rodeado de dunas donde disfrutamos de un emocionante paseo en buggy. La experiencia de recorrer el desierto a gran velocidad fue inolvidable, pero el objetivo principal era Nazca.
Las líneas, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, son uno de los mayores misterios arqueológicos del mundo. Sobrevolarlas en avioneta permite apreciar figuras como el colibrí, el mono y el astronauta. Aunque las figuras son menos grandes de lo que imaginaba, su precisión y el hecho de que hayan sobrevivido durante siglos las hacen fascinantes.
El sur de Perú es un lugar que te envuelve. Cusco y Machu Picchu hablan del pasado, de lo que quedó tras los incas. Paracas y Nazca muestran un paisaje duro, casi infinito, donde la historia y la naturaleza se cruzan. Cada lugar tiene su propia voz. Cada uno te cuenta algo, aunque a veces apenas sea un susurro. Viajar por el sur no es solo moverse por caminos y ciudades; es mirar de frente al corazón del Perú y sentir cómo late, despacio, pero con fuerza.