“Mind your own business”
(Relato de mis viajes a Londres entre 2008 y 2011)
Este relato es una crónica personal de mis viajes a Londres, realizados en 2008, 2010 y 2011. A lo largo de tres visitas, exploré los rincones más emblemáticos de la capital británica, destacando mis museos favoritos y algunas de las atracciones más icónicas. Al mismo tiempo, reflexiono sobre aspectos que no disfruté tanto, como los controles fronterizos y la actitud poco acogedora de algunos londinenses. A pesar de los buenos recuerdos, once años después del último viaje, el Brexit ha despertado en mí dudas sobre un posible regreso.
Londres es una ciudad que deja huella en todo aquel que la visita. En mi caso, tuve la suerte de ir tres veces, y cada viaje me permitió descubrir nuevos rincones y revisitar algunos de mis lugares favoritos. Sin embargo, han pasado más de once años desde mi último viaje, y el Brexit ha puesto en duda si alguna vez volveré.
Lo que menos me gustó
Una de las cosas que menos disfruté fueron los controles fronterizos al llegar. Volamos tanto a Gatwick como a Stansted, y la experiencia fue bastante desagradable. Los aduaneros eran fríos y antipáticos, una bienvenida poco cálida a una ciudad tan vibrante. En aquellos años, Reino Unido aún formaba parte de la Unión Europea, lo que hacía el paso más ágil. Hoy, con el Brexit, imagino que el proceso será todavía más tedioso. Además, los londinenses, como ocurre a veces con los parisinos, no destacan por su simpatía.
Lo que más me gustó
Si algo compensó esas impresiones iniciales, fueron sus museos. Cada una de las tres veces, Londres me ofreció joyas culturales difíciles de igualar. La National Gallery, el British Museum y el Victoria & Albert Museum fueron mis favoritos. También visité el Tate Modern y el Museo de la Ciudad de Londres, pero la National Gallery y el British se ganaron mi atención especial. Cada visita era un viaje en el tiempo, un acceso directo a la historia y al arte universal.
¿Qué ver en Londres?
La oferta es inagotable y dependerá de los intereses de cada uno. Nosotros organizábamos cada día con una ruta clara, tomando el metro o el autobús para acercarnos a nuestro destino y explorando esa zona hasta bien entrada la tarde. La tarjeta Oyster fue muy útil, especialmente para moverse de forma rápida y económica por una ciudad tan extensa. Aunque los taxis eran caros, el transporte público funcionó bien.
Lo que vimos
Además de los museos, dedicamos tiempo al Parlamento, la Abadía de Westminster y el London Eye, desde donde se obtienen vistas espectaculares de la ciudad. Paseamos por Buckingham Palace, Covent Garden, Tower Bridge, el Tate Modern y la Catedral de San Pablo. También recorrimos barrios como Notting Hill, Charing Cross, Trafalgar Square o Piccadilly Circus.
En 2011, volvimos a visitar la Torre de Londres, y como en todos los viajes anteriores, siempre quedaba algún rincón nuevo por descubrir. En total, dedicamos 11 días a Londres entre los tres viajes.
Dónde nos alojamos
En 2008, fuimos los cuatro con Vicente y nos alojamos en el NH Harrington, en Kensington y Chelsea. En 2010, viajamos solos y elegimos el Ibis London Earls Court, en Brompton, bien comunicado y funcional. Finalmente, en 2011, fuimos con mi hija Carmen, que estaba en la Universidad de Cambridge, y nos alojamos en una residencia universitaria en Kensington. Todos fueron alojamientos correctos, bien ubicados y sin grandes lujos, pero prácticos para nuestras necesidades.
Comer en Londres
Aunque la ciudad no destaca por su gastronomía tradicional, sí ofrece variedad. Comimos en pubs, cafeterías y cadenas conocidas como Pret a Manger o Wasabi. En alguna ocasión, también probamos el fish & chips, la comida india y la pasta en restaurantes italianos. La calidad general fue buena, aunque los precios, especialmente en zonas turísticas, suelen ser elevados.
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