Cada noche morimos y cada mañana volvemos a nacer; cada día es una vida.
Edward Young
Viaje a la Mancha: Entre Historia y Paisajes
La Mancha, vasto paisaje de horizontes infinitos, se extiende frente a nosotros mientras partimos desde El Campello hacia la provincia de Ciudad Real. El viaje, que promete desvelar secretos del pasado, transcurre plácido en nuestro coche, apenas interrumpido por una breve parada en La Roda para un café que, a mitad de camino, nos regala unos minutos de descanso y conversación sobre lo que nos espera.
Nuestra primera parada es San Carlos del Valle, un pequeño pueblo que parece dormir al pie de su historia. Habíamos reservado dos noches en la Hospedería Santa Elena, un rincón acogedor que, desde la terraza, nos ofrece vistas inigualables a la Plaza Mayor. Esta plaza, del siglo XVIII, con sus soportales de madera y la imponente iglesia barroca, nos envuelve en un aura de serenidad. El tiempo parece detenerse aquí, especialmente cuando el sol de la mañana ilumina la piedra de las fachadas, y el silencio se interrumpe solo por el murmullo de los primeros transeúntes.
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Teatro de Almagro |
La jornada continúa en Almagro, una joya manchega que respira historia teatral en cada rincón. A nuestra llegada, el Corral de Comedias nos recibe con su estructura intacta desde el siglo XVII, como si las risas y aplausos de otros tiempos todavía resonaran entre sus vigas. En la Plaza Mayor, después de almorzar, seguimos explorando las callejuelas, donde cada edificio parece guardar una historia. El Teatro Municipal se erige majestuoso, y la iglesia de San Agustín, con su imponente fachada, se yergue como testimonio de los vaivenes históricos de la desamortización.
Ya de vuelta en San Carlos del Valle, la calma de la noche nos abraza mientras paseamos por las calles tranquilas, sintiendo cómo este lugar, aparentemente diminuto, esconde un alma profunda y silenciosa.
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Castillo de Calatrava la Nueva |
Al día siguiente, nos aventuramos hacia el Castillo de Calatrava la Nueva. La subida es ardua, las piedras del camino rechinan bajo nuestros pies, pero al llegar a la cima, el esfuerzo se desvanece ante la vista imponente de este castillo medieval. Su capilla, sin muebles pero maravillosamente conservada, parece guardar aún la solemnidad de tiempos pasados, con su puerta principal imponente, testimonio de un arte perdido. Caminamos entre los muros, intentando imaginar las vidas que una vez habitaron estas fortalezas.
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Villanueva de los Infantes |
Villanueva de los Infantes es nuestro siguiente destino, y la descripción que leímos de la web de turismo apenas le hace justicia. La Plaza Mayor, con sus balaustradas y arquerías, parece un retablo de otra época. El sol baña la piedra antigua, y por un momento, nos sentimos transportados a siglos atrás, como si el tiempo aquí avanzara a un ritmo diferente, pausado y majestuoso. La iglesia de San Andrés y la Casa Rectoral cierran el círculo arquitectónico con una belleza que nos deja sin palabras.
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Molinos de Campo de Criptana |
El día de regreso nos lleva a los molinos de viento de Campo de Criptana, testigos mudos de las luchas imaginarias de Don Quijote. En su interior, encontramos maquetas que nos muestran otro tipo de lucha: las procesiones de Semana Santa, que en estas tierras, como en otras partes de España, siguen siendo una parte vital de la cultura. Luego, llegamos al Toboso, el hogar imaginado de Dulcinea, donde cada rincón parece rendir homenaje a Cervantes y su obra inmortal. La iglesia de San Antonio, el museo de Dulcinea y el monumento a Don Quijote y Sancho se agrupan en torno a una pequeña plaza, como si el mismo Quijote pudiera aparecer en cualquier momento, con su lanza en ristre, dispuesto a deshacer un nuevo entuerto.
Nuestro último destino es Ciudad Real, una capital que se presenta modesta en cuanto a atractivos arqueológicos, pero que nos ofrece un paseo tranquilo por sus calles, deteniéndonos a admirar las fachadas de sus iglesias. Tras una comida ligera, nos despedimos de La Mancha, llevándonos con nosotros no solo recuerdos de los paisajes y monumentos, sino también la sensación de haber caminado sobre las huellas de la historia.
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