14 octubre 2023

LA MANCHA. VIAJAR DESDE EL CAMPELLO

 



Cada noche morimos y cada mañana volvemos a nacer; cada día es una vida.

Edward Young




Viaje a la Mancha: Entre Historia y Paisajes


En el verano de 2022 decidimos dedicar unos días a recorrer el corazón de La Mancha, esa región extensa y serena que evoca molinos, castillos y las páginas de Cervantes. Desde El Campello partimos en nuestro coche hacia la provincia de Ciudad Real, sin prisas, con varias paradas previstas para empaparnos del paisaje y la historia. El trayecto, que superaba ligeramente las tres horas, se hizo más ameno con una pausa en La Roda, donde tomamos café y estiramos las piernas antes de continuar camino hacia San Carlos del Valle.


San Carlos del Valle


Reservamos dos noches en la Hospedería Santa Elena, un alojamiento cómodo y bien situado, con vistas directas a la impresionante Plaza Mayor del pueblo. Esta plaza, del siglo XVIII, con sus soportales de madera, simetría sobria e iglesia barroca, es uno de los rincones más fotogénicos de La Mancha. Al atardecer, el silencio se acentúa y parece que el tiempo se ralentiza. Desde la terraza de la hospedería, las luces doradas de la tarde nos ofrecieron una primera impresión serena y agradable del lugar.


Almagro


Al día siguiente nos dirigimos a Almagro, declarado conjunto histórico-artístico y conocido por su célebre Festival Internacional de Teatro Clásico. Recorrer el Corral de Comedias, el único del Siglo de Oro que se conserva intacto en Europa, fue como retroceder cuatro siglos. Aún se celebran funciones allí, y su estructura de vigas y galerías de madera sigue generando una acústica y una atmósfera únicas.

Después del almuerzo en un restaurante de la Plaza Mayor, con su característica forma rectangular y sus fachadas acristaladas de color verde, paseamos por calles tranquilas, visitamos el Teatro Municipal y entramos en la iglesia de San Agustín. También pasamos frente al Museo Nacional del Teatro, aunque esta vez no entramos. Volvimos a San Carlos del Valle con la sensación de haber conocido uno de los pueblos más ligados a la historia cultural de España.ç


Castillo de Calatrava la Nueva


La siguiente jornada la dedicamos a una de las visitas más impactantes del viaje: el Castillo de Calatrava la Nueva, situado en el término de Aldea del Rey. El acceso no es sencillo: hay que subir una carretera estrecha y luego continuar a pie por un sendero empedrado que asciende hasta la fortaleza. El esfuerzo se ve recompensado al llegar a la cima, desde donde se domina toda la llanura manchega.

El castillo, construido en el siglo XIII por la Orden de Calatrava, conserva aún su iglesia y parte de sus murallas, torres y dependencias. Lo más impresionante es su iglesia románica, vacía pero en pie, con una acústica sorprendente. Nos llamó la atención su puerta principal, de proporciones monumentales, y las vistas que se abren desde sus murallas. La visita fue tranquila, con pocos visitantes, lo que permitió disfrutar del lugar con calma.



       Villanueva de los Infantes

Villanueva de los Infantes


Después del castillo, nos dirigimos hacia el este, hasta Villanueva de los Infantes, considerado uno de los conjuntos histórico-artísticos mejor conservados de Castilla-La Mancha. La llegada a su Plaza Mayor, perfectamente simétrica y enmarcada por galerías de piedra y madera, nos dejó una excelente primera impresión. Allí se respira equilibrio arquitectónico y serenidad.

Visitamos la iglesia de San Andrés Apóstol, donde se conservan restos de Quevedo, y la Casa del Caballero del Verde Gabán, una reconstrucción de lo que pudo ser la morada de uno de los personajes del Quijote. Esta localidad, además de su importancia literaria, destaca por sus palacios y casas solariegas, muchas de ellas con escudos nobiliarios en la fachada.

Nos detuvimos a almorzar en un pequeño restaurante junto a la plaza, donde comimos platos típicos como pisto manchego y caldereta. La tarde la dedicamos a pasear sin rumbo por sus calles empedradas, disfrutando del silencio y la luz cálida que envolvía el casco histórico.


Molinos de Campo de Criptana


La última mañana la reservamos para un símbolo universal: los molinos de viento de Campo de Criptana, en el corazón del paisaje quijotesco. Subimos hasta el cerro donde se alzan, majestuosos y alineados, los gigantes que inspiraron a Cervantes. Algunos conservan su maquinaria original, y uno de ellos alberga una pequeña exposición sobre la Semana Santa criptanense, sorprendentemente detallada y bien presentada.

Desde allí, nos dirigimos al cercano El Toboso, el pueblo de Dulcinea, donde visitamos la Casa-Museo y la iglesia de San Antonio Abad. Todo el pueblo rinde homenaje a la figura de Cervantes, con estatuas, inscripciones y referencias constantes a los personajes del Quijote. Es una visita breve pero entrañable.


 Ciudad Real, punto final


Antes de emprender el regreso, hicimos una última parada en Ciudad Real, una capital discreta pero con algunos rincones de interés. Paseamos por el centro, vimos las fachadas de la catedral de Santa María del Prado, la Puerta de Toledo y algunas iglesias. No es una ciudad monumental, pero ofrece tranquilidad, calles peatonales y una gastronomía sencilla y sabrosa. Tras almorzar en una taberna del centro, pusimos rumbo de regreso a casa.






 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Oporto y el Centro de Portugal