Ni la juventud sabe lo que puede, ni la vejez puede lo que sabe
José Saramago
Redescubriendo Málaga: Historia, Paisajes y Alma Andaluza
Andalucía siempre ha sido tierra de contrastes, y la provincia de Málaga no es la excepción. Aunque famosa por sus playas, hay en esta región mucho más que arena y sol: una herencia histórica vibrante y paisajes que parecen haber sido esculpidos por el tiempo y la naturaleza. En marzo de 2022 decidimos dedicar cuatro días a explorar algunos de sus rincones más emblemáticos, además de la capital. Visitamos Ronda, Antequera y, haciendo un pequeño desvío, nos adentramos en las mágicas calles de Setenil de las Bodegas, en la vecina Cádiz.
Nuestro viaje comenzó en la misma Málaga, donde nos esperaba la tranquilidad de tres noches para sumergirnos en su cultura y su historia. El primer día, tras un merecido descanso, nos perdimos por el centro histórico. Calle Larios nos recibió con su bullicio y elegancia, un eje que conduce el corazón de la ciudad. Desde ahí, nos adentramos en la historia: el teatro romano, quieto y solemne, aún parece resonar con las voces del pasado, mientras que el Museo del Automóvil nos ofreció un inesperado viaje por el tiempo a través de su colección.
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Calle Larios de Málaga |
Entre los muchos lugares que recorrimos en la ciudad, hubo uno que dejó una huella especial: la capilla del Cristo de Mena. Allí, en una pequeña iglesia, reposa la imagen que, cada Semana Santa, es llevada a hombros por la Legión española. La devoción y la historia se entrelazan en ese espacio, y uno no puede evitar sentir la fuerza de la tradición que vive en las calles malagueñas cada año.
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Teatro romano de Málaga |
Al día siguiente, el clima nos jugó una mala pasada. Teníamos planificado recorrer el Caminito del Rey, pero el viento y la lluvia nos obligaron a replantear la jornada. En lugar de ello, dedicamos la mañana a explorar la majestuosa catedral de Málaga, cuyo estilo renacentista brilla no solo en su arquitectura, sino también en las obras de arte que alberga. Ya por la tarde, el Museo Picasso nos permitió ver la ciudad a través de los ojos de su hijo más famoso. Desde las pinceladas del genio malagueño hasta los vestigios de civilizaciones pasadas en el Museo Arqueológico Provincial, nos empapamos de la rica historia cultural que ha moldeado esta tierra.
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Plaza de toros de Antequera |
Pero el viaje no estaría completo sin salir de la capital. Nos dirigimos hacia Antequera, una ciudad que, a pesar de ser frecuentemente un paso hacia otros destinos, guarda en su interior un tesoro geológico de otro mundo: El Torcal. Allí, caminamos entre formaciones rocosas que parecen esculturas naturales, creadas a lo largo de milenios por el viento y el agua. Cada piedra, cada curva en el paisaje, parecía contar una historia milenaria.
Antequera también nos ofreció un viaje en el tiempo con los Dólmenes, monumentos megalíticos que nos transportan a una época remota, cuando estos enormes bloques de piedra fueron alineados con un propósito que aún hoy nos llena de preguntas y admiración. Algunos de estos dólmenes tienen más de 6.500 años, y caminar entre ellos es como atravesar las páginas de un libro de historia antigua. Después de la visita, nos dirigimos al restaurante de la plaza de toros, un rincón que conserva el encanto del siglo XIX y que nos ofreció una pausa gastronómica con sabores auténticos del interior de Málaga.
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calle de Setenil de las Bodegas |
Tras disfrutar de Antequera, tomamos la carretera hacia Setenil de las Bodegas, un pueblo que parece haberse fundido con la roca misma. Aquí, las casas no solo se levantan sobre la tierra, sino que se ocultan bajo enormes piedras que las abrazan. Pasear por las calles empinadas, con el cielo de roca sobre nuestras cabezas, es una experiencia única. Setenil parece más un escenario de fantasía que un lugar real, y desde sus miradores altos, el paisaje se despliega ante nosotros como un lienzo lleno de contrastes.
Finalmente, nos dirigimos hacia Ronda, una ciudad que siempre sorprende a quienes la visitan por primera vez. El Puente Nuevo, imponente y majestuoso, se alza sobre el profundo Tajo, conectando los dos lados de la ciudad como un lazo de piedra que desafía el abismo. Desde el Jardín de Cuenca, las vistas hacia el puente y el cañón nos dejaron sin aliento. Ronda, con su mezcla de arquitectura monumental y naturaleza agreste, es un lugar donde el tiempo parece detenerse.
Nos alojamos en el Hotel El Tajo & Spa, un lugar perfecto para descansar tras un día de exploraciones. Desde ahí, pudimos recorrer a pie las encantadoras calles empedradas de la ciudad, descubriendo joyas como la Plaza de Toros, una de las más antiguas de España, y la Iglesia de Santa María la Mayor, con su fascinante mezcla de estilos que reflejan su construcción a lo largo de los siglos.
La última jornada nos permitió visitar el Palacio de Mondragón y los Baños Árabes, entre los mejor conservados de la península. El pasado musulmán de la ciudad está presente en cada rincón, y es imposible no sentirse cautivado por la historia que late bajo sus calles.
Así concluyó nuestro viaje por la provincia de Málaga y sus alrededores, un recorrido que nos mostró no solo la riqueza histórica y cultural de la región, sino también su alma, esa mezcla de pasado y presente que convierte cada rincón en un testimonio vivo de la herencia andaluza.
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