Del 24 al 29 de septiembre, mi hermana, mi cuñado, Carmen y yo realizamos un viaje por Cantabria. Fue una ruta bien planificada, con visitas a localidades cargadas de historia, paisajes naturales y una gastronomía muy presente en cada jornada.
Alojamiento en Santillana del Mar
Nos alojamos en los apartamentos Natura, en Santillana del Mar, una villa con calles empedradas, edificios históricos y un ambiente tranquilo. Los apartamentos fueron una excelente elección: cómodos, modernos y con buena ubicación para movernos por la región.
Día 1: Comillas y Llanes
La primera jornada la dedicamos a Comillas, una localidad conocida por su patrimonio modernista. Visitamos el Capricho de Gaudí, una obra muy representativa del arquitecto catalán, decorada con cerámicas en forma de girasoles y detalles en hierro forjado. Fue una visita muy interesante.
Después paseamos por el centro de Comillas y almorzamos en el restaurante Las Caseras, donde probamos el cocido montañés, un plato tradicional hecho con alubias, berza y productos del cerdo.
Por la tarde fuimos a Llanes, ya en Asturias. Caminamos por su casco histórico, con casas blasonadas y plazas con encanto. Llegamos hasta una playa cercana, pero la lluvia nos obligó a refugiarnos en una chocolatería del centro, donde aprovechamos para descansar y conversar. Cerramos el día con buen ambiente, a pesar del clima.
Día 2: Altamira y Santillana del Mar
El segundo día amaneció lluvioso, pero mantuvimos los planes. Visitamos las Cuevas de Altamira, o más bien su réplica, ya que el acceso a la cueva original está restringido. La reproducción es muy fiel y permite hacerse una idea de cómo vivían y pensaban nuestros antepasados hace más de 14.000 años. Las pinturas rupestres —bisontes, caballos, ciervos— están muy bien representadas.
Almorzamos en el restaurante Plaza Mayor, en el centro de Santillana del Mar, y por la tarde visitamos la Colegiata de Santa Juliana, un templo románico con un claustro muy bien conservado. Sus columnas decoradas y el ambiente silencioso dieron a la visita un tono muy especial.
Día 3: Aguilar de Campoo y románico en Palencia
El día 27 cruzamos a la provincia de Palencia para visitar Aguilar de Campoo, un lugar que Carmen y yo ya conocíamos y que queríamos compartir con mi hermana y cuñado.
Comenzamos con la colegiata de San Miguel, que conserva un altar mayor impresionante. Luego almorzamos en el restaurante El Barón, que ya habíamos visitado en un viaje anterior. El lugar cierra pronto por la jubilación del propietario, así que fue una buena ocasión para despedirnos con una comida excelente.
Por la tarde visitamos dos templos románicos importantes:
Santa María la Real, con una portada decorada con figuras en relieve, en un entorno muy tranquilo.
Santa María de Nava, más sobria, pero con una armonía arquitectónica que la hace destacar.
Volvimos a Santillana al anochecer, satisfechos con la jornada.
Día 4: Santander
El día siguiente lo dedicamos a Santander, capital de Cantabria. Aunque ya había estado allí por motivos profesionales y en otra ocasión como turista, esta visita tuvo un enfoque diferente. La catedral estaba cerrada por la celebración de bodas, así que no pudimos entrar.
Aun así, disfrutamos del recorrido por el Mercado Municipal, donde compramos algunos productos locales. Almorzamos en el restaurante Querida Margarita, y después dimos un paseo por el centro, el paseo marítimo y las playas urbanas, con buenas vistas y brisa agradable.
Día 5: regreso con parada en el Parador de Lerma
En el camino de regreso hicimos una última parada en el Parador de Lerma, en la provincia de Burgos. Este edificio histórico, de arquitectura renacentista, ha sido restaurado como alojamiento, pero también permite visitas breves. Tomamos un café allí y compramos algunos recuerdos en la tienda del parador.
A las siete de la tarde ya estábamos de vuelta en El Campello, cansados pero contentos. El viaje nos permitió conocer o redescubrir lugares con valor histórico, artístico y natural. Cantabria y sus alrededores nos ofrecieron una experiencia muy completa.
Durante la Semana de Pascua de 2011, aprovechamos las vacaciones para hacer una escapada a Ámsterdam, capital de los Países Bajos. Volamos desde Alicante con la idea de conocer una de las ciudades más visitadas de Europa. Aunque es famosa por sus canales, bicicletas y ambiente relajado, he de reconocer que no fue de las ciudades que más me han marcado entre las que he visitado.
Museo Van Gogh: uno de los puntos fuertes
El viaje comenzó con una visita al Museo de Vincent Van Gogh, una de las principales atracciones culturales de la ciudad. Aunque no se podían hacer fotografías en el interior —excepto en el vestíbulo—, fue una experiencia enriquecedora poder ver de cerca tantas obras icónicas del artista.
Para quienes disfrutan del arte, este museo es sin duda una visita obligada en Ámsterdam.
Paseo por el Mercado de las Flores
Un par de días después paseamos por el conocido Mercado de las Flores, ubicado junto a uno de los canales. Como era de esperar, el lugar estaba lleno de tulipanes y bulbos típicos de los Países Bajos, en un entorno muy pintoresco. Es una de esas imágenes que identifican claramente a la ciudad y que vale la pena ver.
Palacio Real y Rijksmuseum (cerrado)
También pasamos por la Plaza Dam, donde se encuentra el Palacio Real, uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad. Lo vimos desde el exterior, ya que no entramos.
Una de las visitas que no pudimos hacer fue al Rijksmuseum, ya que se encontraba en proceso de remodelación. Fue una lástima, ya que es uno de los museos más importantes de Europa.
Canal en Amsterdam
Impresiones personales de la ciudad
Ámsterdam es una ciudad con mucho encanto para quienes disfrutan caminando sin rumbo fijo. Sus canales, las casas antiguas con fachadas inclinadas, los puentes y las bicicletas que llenan cada calle forman una imagen muy característica.
Sin embargo, para mí no fue una ciudad especialmente memorable. El ambiente era agradable, pero no me dejó una impresión tan fuerte como otras capitales europeas. Quizás influyó el hecho de que durante nuestra visita, la Plaza Dam estaba ocupada por una feria, con una gran noria que restaba protagonismo al entorno. Tampoco visitamos el Museo Madame Tussauds, que no nos llamaba especialmente la atención.
Otros lugares visitados
Además de los puntos más conocidos, también exploramos otras zonas de la ciudad:
El Barrio de Jordaan, con sus tiendas pequeñas, cafeterías y calles tranquilas. Fue uno de los rincones que más me gustaron por su ambiente local y menos turístico.
El Vondelpark, el parque urbano más grande de Ámsterdam. No lo recorrimos por dentro, pero pasamos por sus alrededores. Es un lugar muy frecuentado por locales para pasear o hacer picnic.
Ámsterdam es una ciudad que ofrece una buena combinación de arte, historia, vida urbana y canales. Para quienes disfrutan de los museos y los paseos tranquilos, puede ser una excelente elección. En mi caso, aunque fue una experiencia interesante, no se encuentra entre mis destinos favoritos.
Aun así, es una ciudad que merece una visita, sobre todo para conocer su ambiente relajado, su cultura ciclista y su importante oferta cultural.
- ¿Que raros son tus cuñados? - Sí, es que son de Madrid. - Será eso.”
Almudena Grande
Madrid, la capital de España, es una ciudad que siempre deja huella. Aunque muchos la conocen mejor que yo, puedo decir que solo Roma y París la superan en mi lista personal de favoritas. Su carácter propio, su dinamismo y su riqueza cultural la convierten en una visita imprescindible para quien recorra el país.
He tenido la oportunidad de vivir en Madrid durante un año y medio, en distintas etapas de mi vida. La he caminado en solitario y también con mi familia, y en cada ocasión descubrí algo diferente.
Alojamiento: dónde hospedarse
Si planeas visitar Madrid, mi recomendación es elegir un hotel bien ubicado, pero no necesariamente en la Puerta del Sol, el centro geográfico de la ciudad. Aunque es un lugar emblemático y siempre animado, puede resultar agobiante.
Cualquier alojamiento a uno o dos kilómetros de Sol se considera céntrico. En mi caso, guardo un buen recuerdo de Chamberí, especialmente la zona de Plaza de Quevedo, donde viví casi un año. También son buenas opciones los alrededores del Palacio Real, la Plaza de Colón o la estación de Atocha.
Gastronomía: más que cocido madrileño
Madrid es una ciudad muy variada en lo gastronómico. Aunque su plato más representativo es el cocido madrileño —un guiso de garbanzos, carne y verduras—, hay mucho más que probar.
Como capital, Madrid cuenta con una oferta internacional amplia: restaurantes de cocina asiática, latinoamericana, y platos típicos de todas las regiones españolas. Sea cual sea tu preferencia, encontrarás opciones para todos los gustos.
Museos y cultura
Madrid es una ciudad ideal para los amantes del arte y la historia. Entre los principales museos destacan:
Museo del Prado: uno de los más importantes del mundo, con una colección única de pintura europea.
Museo Thyssen-Bornemisza y Museo Reina Sofía: ubicados cerca del Prado, forman el llamado Triángulo del Arte, con obras modernas y contemporáneas.
Museo Arqueológico Nacional y Museo Naval: ambos junto a la Biblioteca Nacional, ofrecen una excelente visión de la historia antigua y naval de España.
Catedral y Palacio Real
Una particularidad de Madrid es su Catedral de la Almudena, muy distinta de otras grandes catedrales europeas. Fue construida en el siglo XX, por lo que tiene menos de cien años, un dato poco habitual en este tipo de templos. Su estilo y diseño reflejan su historia reciente.
Frente a ella se encuentra el Palacio Real, un edificio majestuoso que alberga desde hace poco las Colecciones Reales, una nueva propuesta museística que ofrece una experiencia visual muy completa.
Museo de América: una sorpresa inesperada
En agosto de 2023 descubrí el Museo de América, ubicado cerca de Moncloa. Fue una visita que me sorprendió por su variedad de piezas: figuras, utensilios, arte, y objetos procedentes de los primeros contactos entre Europa y América.
Destacan el tesoro de Quillabamba, procedente de Colombia, y otras colecciones importantes de Perú, México y Ecuador. Un museo menos conocido, pero muy recomendable.
Estadio Santiago Bernabéu
En 2012 tuve la oportunidad de visitar el Estadio Santiago Bernabéu, sede del Real Madrid. Recorrí sus instalaciones, vi los trofeos y salas del club, y disfruté de una visita bien organizada.
Actualmente el estadio está siendo remodelado, lo que promete una transformación importante para este lugar tan emblemático del deporte europeo.
Qué ver caminando por la ciudad
Madrid es una ciudad que se descubre caminando. Algunas zonas recomendadas para recorrer a pie:
Plaza Mayor
Palacio Real y alrededores
Zona de Ópera
Plaza de Colón, cerca de varios museos
Pasear por sus calles permite ver cómo conviven lo antiguo y lo moderno, lo institucional y lo popular. Esa mezcla, precisamente, es una de las claves del encanto de Madrid.
Madrid es una ciudad imprescindible para conocer España. Tiene historia, arte, cultura, gastronomía y vida en sus calles. Aunque muchas personas ya la conocen bien, cada visita puede ofrecer algo nuevo.
Para mí, sigue ocupando un lugar especial, y siempre merece volver.
Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla.
Confucio
En noviembre de 2009, realizamos un viaje a la región del Véneto, una de las más emblemáticas del norte de Italia. Tras haber visitado Roma unos meses antes, en mayo, este nuevo destino nos ofrecía una experiencia completamente distinta. Si Roma es grandiosa y monumental, Venecia, la joya más reconocida del Véneto, nos recibió con su atmósfera única y canales serpenteantes.
El viaje comenzó con un vuelo de Alicante a Bolonia con Ryanair. Aunque Bolonia pertenece a Emilia-Romaña, decidimos alojarnos allí tanto al llegar como al final del viaje. Sus pórticos infinitos y ambiente otoñal hicieron que valiera la pena. Desde Bolonia, utilizamos el tren (billetes comprados por internet en Trenitalia) para desplazarnos por distintas ciudades del Véneto.
Venecia: historia flotante y arte vivo
Nuestra visita a Venecia comenzó con un día completo recorriendo sus calles desde la estación hasta la Plaza de San Marcos. El paseo fue un descubrimiento continuo: canales, puentes antiguos y fachadas desgastadas, todo formaba parte del encanto de la ciudad.
Almorzamos en el Hard Rock Café, donde también compramos camisetas como recuerdo.
Subimos al Campanile, la torre desde la cual tuvimos una vista panorámica espectacular de la ciudad.
Visitamos la Basílica de San Marcos, llena de mosaicos y detalles que la convierten en una de las iglesias más impactantes de Europa.
El segundo día navegamos por el Gran Canal en vaporetto, disfrutando de las vistas de los palacios barrocos y góndolas. Cruzamos el Puente de Rialto y exploramos el mercadillo cercano. Al final del día, vimos cómo la marea subía lentamente en la Plaza de San Marcos, una escena que mostró lo viva y cambiante que es esta ciudad.
Verona: plazas, ruinas y romanticismo
El siguiente día lo dedicamos a Verona. El trayecto en tren fue cómodo, y la estación está a una distancia razonable del centro.
Comenzamos en la Piazza delle Erbe, llena de cafés y mercados.
Visitamos la Arena de Verona, un anfiteatro romano aún en uso para conciertos y espectáculos.
Nos detuvimos en la Casa de Julieta, ante el balcón que evoca la famosa obra de Shakespeare.
Para almorzar, encontramos una trattoria local con comida casera veronesa. Al finalizar la jornada, regresamos a nuestro hotel en Venecia, situado en una tranquila calle peatonal.
Vicenza: el legado de Palladio
El tercer día del viaje nos llevó a Vicenza, una ciudad menos turística, pero de gran valor artístico.
Iniciamos en la Plaza del Ayuntamiento, rodeada de edificios diseñados por Andrea Palladio.
Visitamos el Teatro Olímpico, una obra maestra renacentista con un escenario que simula una ciudad clásica.
Terminamos en la Basílica Palladiana, con su logia de mármol blanco. Toda la ciudad parece un homenaje al equilibrio y la simetría del Renacimiento italiano.
Vicenza fue una visita muy gratificante, especialmente para los interesados en arquitectura y arte clásico.
Padua: cultura, ciencia y fe
Aunque este día formó parte de otro viaje en agosto de 2019, lo incluimos aquí por su relevancia regional. En una escapada desde Lombardía, decidimos conocer Padua.
Comenzamos por la Basílica de San Antonio, con sus cúpulas visibles desde lejos y un ambiente solemne.
Recorrimos la Universidad de Padua, donde enseñaron figuras históricas como Galileo.
Visitamos el Palacio de la Razón (Palazzo della Ragione), con frescos que decoran sus paredes.
Alojados en un B&B local, finalizamos la jornada con una buena impresión de esta ciudad que combina historia, arte y ciencia.
Este viaje por el Véneto nos permitió conocer varias de sus ciudades más emblemáticas. Venecia, con su belleza flotante; Verona, con su aire romántico; Vicenza, con su herencia arquitectónica; y Padua, con su peso cultural e intelectual, forman un conjunto de destinos variados y complementarios.
Cada una de estas ciudades dejó su huella, y aunque sus estilos difieren, todas comparten ese carácter profundamente italiano que hace de esta región un lugar ideal para el viajero que busca historia, arte y autenticidad.
Hace unos días decidimos visitar Bocairent, un pequeño pueblo del interior de la provincia de Valencia. Desde la carretera ya impresiona: se alza encaramado sobre la roca, con un perfil medieval que invita a parar el coche y recorrerlo.
Está a solo una hora de El Campello, pero al llegar, parece otro mundo. El casco antiguo, declarado conjunto histórico-artístico, da la sensación de que aquí el tiempo avanza más despacio.
Todo está construido en pendiente: calles estrechas, escaleras de piedra, plazas pequeñas que aparecen entre los callejones. Caminar por Bocairent exige algo de esfuerzo, pero el recorrido es muy gratificante.
Durante el paseo fuimos encontrando fuentes escondidas, fachadas llenas de macetas y rincones detenidos en el tiempo. También varias ermitas que forman parte del paisaje: En lo alto del pueblo está la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Desde su explanada se ve todo el casco urbano y el paisaje que lo rodea. Muy cerca está el Museo Parroquial, sencillo pero interesante, con objetos que narran la historia local.
Bajando por la calle principal llegamos a la placeta de Sant Vicent, donde se encuentra el Museo de Oficios y Costumbres. En su interior conservan un telar antiguo que aún funciona, símbolo del vínculo de Bocairent con el trabajo artesanal.
Sant Joan
Mare de Déu dels Desemparats
Mare de Déu d’Agost
Son pequeñas construcciones que marcan el carácter religioso y rural del pueblo.
Bocairent no es un lugar turístico masivo, y eso lo hace aún más especial. Se puede recorrer con calma, sin agobios, disfrutando de cada rincón.
Terminamos la visita con la sensación de haber conocido un lugar auténtico, donde el pasado sigue presente en cada piedra.
"Viajar es descubrir lugares que se quedan en el corazón, donde cada rincón cuenta una historia única."
Explorar el mundo ha sido siempre una de mis mayores pasiones. Cada viaje es una oportunidad para sumergirme en nuevas culturas, caminar por calles llenas de historia y, sobre todo, descubrir esos rincones especiales que, de alguna manera, me hacen sentir parte de algo más grande. A lo largo de mis viajes, he encontrado lugares que han dejado una huella profunda en mí: desde ciudades antiguas cargadas de misterio, hasta paisajes naturales que parecen sacados de un sueño. Cada uno de estos rincones tiene algo que lo hace inolvidable, ya sea su belleza arquitectónica, su atmósfera única o simplemente la serenidad que se respira al estar allí. Estos lugares favoritos no solo son destinos, sino pequeñas joyas que he ido coleccionando en mi memoria, y que me inspiran a seguir viajando y descubriendo nuevas maravillas.
CRIPTAS REALES DE LOS AUSBURGOS. VIENA
Aunque ya habíamos visitado Viena en tres ocasiones, esta vez descubrimos un lugar completamente nuevo para nosotros: las Criptas Reales de los Habsburgo, también conocidas como Cripta Imperial o Kapuzinergruft. Están situadas bajo la Iglesia de los Capuchinos, en pleno centro de la ciudad, y guardan una parte impresionante —y solemne— de la historia del antiguo Imperio Austrohúngaro.
En este espacio reposan los restos de más de 140 miembros de la dinastía Habsburgo, una de las casas reales más poderosas e influyentes de Europa. Fundada en 1618 por la emperatriz Ana del Tirol, la cripta fue creciendo con el tiempo para acoger emperadores, emperatrices y otros miembros de la familia imperial.
Entre las tumbas más destacadas se encuentra la de María Teresa, la única mujer que gobernó el imperio en solitario, enterrada junto a su esposo, Francisco I. También están los restos del emperador Francisco José I, que reinó durante casi 70 años, y de su esposa, la célebre emperatriz Sissi, una figura que sigue fascinando por su vida trágica y su carácter singular.
El ambiente dentro de la cripta es sobrecogedor. Las galerías silenciosas, los sarcófagos ornamentados con figuras barrocas y neoclásicas, y la sensación de estar caminando por siglos de historia europea convierten la visita en algo más que un recorrido turístico. Cada tumba encierra una historia, y muchas de ellas están marcadas por la pérdida, el deber y el peso del poder.
Más allá del esplendor que reflejan algunas tumbas, hay una sensación constante de humanidad: incluso en el corazón de un imperio, la muerte iguala a todos. La vida de Sissi, por ejemplo, sigue conmoviendo por el contraste entre su imagen pública y la realidad íntima de su sufrimiento.
Visitar la Cripta Imperial fue una experiencia intensa. Es un rincón de Viena que no habíamos explorado antes y que nos dejó una impresión duradera. Un espacio para reflexionar sobre la historia, la memoria y el legado de una familia que marcó profundamente el destino de Europa.
LIBRERIA EL ATENEO. BUENOS AIRES
En el corazón de Buenos Aires, descubrimos uno de esos lugares que no se olvidan: la Librería El Ateneo Grand Splendid. Habíamos oído hablar de ella, pero estar ahí, dentro de lo que fue un teatro neoclásico de 1919, supera cualquier descripción.
Lo primero que llama la atención es la majestuosidad del espacio: el antiguo escenario, donde antes se representaban óperas y espectáculos, hoy es un café acogedor donde muchos se sientan a leer o simplemente a contemplar el lugar. Los palcos originales ahora albergan estanterías repletas de libros, y se puede pasear por ellos como si uno estuviera en medio de una función silenciosa dedicada a la literatura.
El techo abovedado, con un mural pintado que aún conserva su color y detalle, y las lámparas que cuelgan del salón principal, aportan ese aire de elegancia antigua que le da tanta personalidad. Todo ha sido preservado con mucho cuidado, y eso se nota en cada rincón.
Recorrer esta librería es una experiencia distinta: no se trata solo de buscar libros, sino de vivir el lugar. Entre sus pasillos, en los palcos o sentado en el café, uno se siente rodeado por una mezcla perfecta de historia, arte y cultura.
El Ateneo Grand Splendid no es simplemente una librería. Es un homenaje al placer de leer, al teatro que alguna vez lo llenó de voces, y a la imaginación que ahora habita cada página.
CATEDRAL DE SIENA
Cada vez que visitamos la Catedral de Siena —el Duomo— parece que descubrimos algo nuevo. Es uno de esos lugares que imponen desde lejos y siguen impresionando hasta el último rincón.
La fachada, hecha de mármol blanco y negro (los colores simbólicos de Siena), está llena de detalles: esculturas, relieves y mosaicos dorados que brillan con el sol. Pero es al cruzar la puerta cuando uno realmente entiende por qué este templo es considerado una de las joyas del gótico italiano.
El interior es impresionante. Las columnas rayadas en blanco y negro crean un contraste que guía la vista hacia arriba, hacia la cúpula, donde un cielo estrellado pintado en azul profundo parece elevar todo el espacio. El suelo de mármol, por su parte, está cubierto de escenas bíblicas talladas con una precisión que obliga a caminar despacio, como si cada paso formara parte de una historia.
Uno de los espacios más sorprendentes es la Biblioteca Piccolomini, con sus frescos vivos y coloridos que relatan la vida del papa Pío II. Entrar ahí es como hacerlo en otro mundo: todo parece estar suspendido en luz.
La atmósfera del Duomo es solemne, casi mística. La luz que se filtra por las vidrieras tiñe el interior de colores suaves, envolviendo cada detalle en un silencio reverente. Más que una visita, estar en la Catedral de Siena es una experiencia: de belleza, de historia, de asombro.
POMPEYA
Pocas experiencias se parecen a la de caminar por Pompeya, la antigua ciudad romana sepultada por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C. Aunque uno ha visto fotos o leído sobre ella, estar allí, entre sus calles y ruinas, cambia por completo la percepción.
La ciudad fue conservada bajo capas de ceniza volcánica, y eso permitió que muchos de sus edificios, objetos y hasta momentos cotidianos llegaran hasta nosotros con una claridad sorprendente. Casas, templos, tiendas, mosaicos, frescos… todo parece susurrar cómo era la vida en ese preciso instante en que todo quedó en pausa.
Uno de los lugares más impactantes es la Villa de los Misterios, con sus frescos aún vibrantes, o el anfiteatro, que muestra la importancia del arte y el espectáculo en la ciudad. Pero sin duda, lo que más conmueve es ver los moldes de los cuerpos de quienes quedaron atrapados en la erupción. No son solo figuras: son recuerdos silenciosos de una tragedia muy humana.
Cada rincón de Pompeya tiene algo que contar. El bullicio congelado del Foro, las termas, las tabernas, las casas privadas… Es un lugar que permite imaginar la vida de hace dos mil años con una precisión asombrosa.
Visitar Pompeya no es solo ver ruinas. Es entrar en una ciudad real, con historias reales, y sentir, aunque sea por un momento, el peso del tiempo detenido.
MUSEO D'ORSAY. PARIS
A orillas del Sena, en el corazón de París, se alza el Museo d’Orsay, uno de los espacios culturales más especiales que hemos visitado. Ocupa una antigua estación de tren, la Gare d’Orsay, construida para la Exposición Universal de 1900, y transformada en museo en 1986. El edificio en sí ya justifica la visita: su gran reloj, su estructura de hierro y su luminosidad recuerdan constantemente su pasado ferroviario.
Al entrar, lo primero que impacta es la nave central, un espacio amplio y lleno de luz, donde las obras parecen estar expuestas bajo una cúpula de cristal. El ambiente es casi escénico, con pasillos que se abren a diferentes salas y niveles.
La colección es una de las más importantes del mundo en arte impresionista y postimpresionista. Están todos: Monet, Renoir, Degas, Van Gogh, Cézanne, Toulouse-Lautrec… Ver sus obras en un entorno tan especial multiplica el impacto. Los colores, los trazos, la forma de captar la luz y lo cotidiano hacen que la pintura cobre vida.
Pero el museo no se queda solo en la pintura. También hay esculturas, mobiliario, fotografía y otras expresiones del arte decorativo de finales del siglo XIX y principios del XX. Es una visión completa de una época que cambió la manera de mirar el mundo.
Y para terminar la visita, nada mejor que asomarse a la vista desde el gran reloj del museo: París enmarcada en un círculo de cristal, un rincón perfecto para detenerse y contemplar.
El Museo d’Orsay no es solo un lugar para ver arte. Es un espacio donde se mezclan la historia, la arquitectura y la creatividad, y donde cada paso revela algo nuevo. Un lugar al que siempre se quiere volver.
MACHU PICCHU. PERU
Visitar Machu Picchu es una de esas experiencias que se quedan grabadas para siempre. En lo alto de los Andes peruanos, esta ciudadela inca del siglo XV sorprende no solo por su arquitectura, sino por el entorno que la rodea. La sensación al llegar es la de estar frente a algo que no parece de este mundo.
Las terrazas verdes, los caminos de piedra, las montañas que se alzan como guardianas silenciosas… Todo parece formado por la propia naturaleza, y al mismo tiempo, cuidadosamente diseñado. Los bloques encajados con precisión, sin mortero, reflejan una ingeniería avanzada y una profunda armonía con el entorno.
Cada espacio tiene su significado. El Templo del Sol, la Piedra Intihuatana, las plazas, los canales… Cada elemento está pensado, y cada rincón parece conservar algo de la energía que los incas depositaron allí. El silencio se siente distinto, como si aún resonaran voces antiguas entre las ruinas.
Caminar por sus senderos y escaleras es más que una visita: es un viaje en el tiempo, y también una forma de desconectar del presente para conectar con algo más grande. En algunos momentos, todo parece alinearse: la luz del amanecer, la bruma que se disipa lentamente, la piedra que aún guarda calor del sol.
Machu Picchu no es solo impresionante. Es un lugar que transmite paz, misterio y una belleza que cuesta explicar con palabras. Estar allí es sentirse parte de una historia más antigua y más sabia.
CHIADO DE LISBOA. PORTUGAL
El Chiado, en el corazón de Lisboa, es uno de esos lugares que te envuelven con su encanto desde el primer momento. Este barrio histórico combina lo mejor de la tradición y la modernidad, y eso es lo que más me atrae de él. Caminar por sus calles adoquinadas, rodeado de edificios elegantes de estilo Pombalino, te transporta a otra época, mientras que las tiendas, cafés y librerías que lo llenan de vida revelan una energía contemporánea.
Uno de mis rincones favoritos es la Librería Bertrand, la más antigua del mundo, donde se respira historia en cada rincón. Me encanta sentarme en uno de los muchos cafés clásicos, como el A Brasileira, famoso por haber sido el refugio de escritores y artistas, entre ellos el poeta Fernando Pessoa, cuya estatua preside la entrada y donde he fotografiado a Carmen y Ana. Allí, con un café en la mano, se puede disfrutar de la atmósfera única del lugar, un punto de encuentro entre el pasado literario de Lisboa y su vibrante presente.
El Chiado también es un lugar lleno de arte, con sus teatros y galerías, como el Teatro Nacional de São Carlos, que siempre me llama la atención por su elegancia y historia. Además, desde el Miradouro de Santa Catarina se obtiene una de las mejores vistas del río Tajo, lo que convierte cada paseo en una experiencia visual inolvidable.
Es esa mezcla de cultura, belleza y nostalgia lo que me hace volver al Chiado cada vez que vamos a Lisboa.
CIUDAD DE LAS CIENCIAS. VALENCIA
Después de haber vivido más de 20 años en Valencia, volver como visitante a la Ciudad de las Artes y las Ciencias tiene un valor especial. Este complejo, diseñado por Santiago Calatrava y Félix Candela, es mucho más que un hito arquitectónico: es uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad y un lugar al que siempre es un placer regresar.
Todo el conjunto tiene un aire futurista que contrasta con la tradición valenciana. Sus edificios parecen salidos de una película de ciencia ficción, pero están perfectamente integrados en el entorno del antiguo cauce del río Turia, hoy convertido en un extenso jardín urbano.
Uno de los espacios más llamativos es L’Hemisfèric, con forma de ojo gigante. Allí se puede disfrutar de proyecciones IMAX, planetario y espectáculos visuales que combinan tecnología y divulgación de forma envolvente. Muy cerca, el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe ofrece una experiencia más interactiva: tocar, explorar y aprender es parte del recorrido.
Otro de los grandes atractivos es el Oceanogràfic, el mayor acuario de Europa. Es un viaje por los ecosistemas marinos del planeta, con tiburones, delfines, pingüinos y muchas otras especies que fascinan tanto a niños como a adultos.
El arte también tiene su espacio en el Palau de les Arts Reina Sofía, un edificio que impresiona tanto por fuera como por dentro. Allí se representan óperas, conciertos y espectáculos escénicos de primer nivel.
Completan el recorrido el Umbracle, un paseo ajardinado con esculturas contemporáneas, y el Ágora, un espacio para eventos y exposiciones que aporta versatilidad al conjunto.
La Ciudad de las Artes y las Ciencias no es solo un sitio para ver. Es un lugar para explorar, aprender y disfrutar, con opciones para todas las edades y gustos. Un rincón moderno que, incluso después de tantos años viviendo en Valencia, sigue sorprendiendo y emocionando.
FOROS ROMANOS. ROMA
Nuestra primera visita al Foro Romano fue en 2007, en aquellos tiempos en los que la entrada aún era gratuita. Aun así, lo que realmente impacta no es el precio, sino la sensación de caminar por el corazón de la Antigua Roma, rodeado de ruinas que han resistido siglos.
Ubicado entre el Palatino y el Capitolio, este vasto espacio fue durante más de mil años el centro político, religioso y comercial del imperio. Pasear por aquí es hacerlo por el mismo terreno que pisaron senadores, emperadores y ciudadanos romanos.
Entre las estructuras más reconocibles está el Templo de Saturno, cuya fachada con columnas sigue en pie, dando testimonio de los orígenes más antiguos de la ciudad. También impresiona la Basílica de Majencio y Constantino, uno de los edificios más grandes del foro, que aún conserva parte de su imponente estructura.
El Arco de Septimio Severo, con sus relieves de campañas militares, sigue marcando el paso de la Vía Sacra, la calle principal por donde transitaban las procesiones triunfales. Y no muy lejos se encuentra la Casa de las Vestales, donde vivían las sacerdotisas encargadas de mantener el fuego sagrado de Roma.
Cada rincón del Foro cuenta una historia. Las columnas solitarias, los arcos y los restos de templos son como fragmentos de un gran relato que sigue vivo. Es uno de esos lugares donde la historia no se observa, se camina.
Volver al Foro Romano es siempre un reencuentro con el pasado, y un recordatorio de hasta qué punto esta ciudad moldeó el mundo en que vivimos.
RAVENA CENTRO DEL ARTE BIZANTINO. ITALIA
Rávena fue una de esas sorpresas que no se olvidan. Situada en la región de Emilia-Romaña, guarda una riqueza artística e histórica difícil de igualar. Fue capital del Imperio Romano de Occidente, y después centro del poder ostrogodo y bizantino. Hoy, sigue brillando con luz propia gracias a sus mosaicos, su historia y su conexión con grandes figuras de la literatura.
La ciudad conserva ocho monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y todos son una lección de arte antiguo. La Basílica de San Vital, con su ábside repleto de mosaicos bizantinos, es uno de los lugares más impactantes. No muy lejos, el Mausoleo de Gala Placidia ofrece un momento de recogimiento entre sus cielos estrellados en mosaico. El Mausoleo de Teodorico y la Basílica de San Apolinar en Classe completan un recorrido único por el arte paleocristiano y bizantino.
Además de su valor artístico, Rávena fue clave desde el punto de vista estratégico. Su ubicación entre marismas la convirtió en una ciudad difícil de conquistar. La Fosa Augusta, un canal construido por César Augusto, la conectaba con el mar Adriático y su antiguo puerto en Classe, reforzando su papel como ciudad portuaria.
Pero Rávena no es solo arte y poder. También fue el último refugio de Dante Alighieri. Aquí vivió sus últimos años y aquí reposan sus restos, en un mausoleo sencillo pero lleno de simbolismo. Este vínculo con Dante se respira en sus calles, en sus museos, en sus librerías. Y no fue el único: Oscar Wilde, Lord Byron, Herman Hesse… todos encontraron en Rávena inspiración y belleza.
Pasear por la ciudad es hacerlo entre mosaicos, historia, poesía y silencio. Hay una espiritualidad que envuelve cada rincón, y una calma que invita a detenerse. Rávena es de esos lugares que no buscan deslumbrar, pero lo hacen sin esfuerzo. Un refugio de historia y arte que se queda muy dentro.
TEATRO ROMANO DE TAORMINA. SICILIA
Durante nuestro viaje a Sicilia en septiembre de 2018, llegamos a uno de esos lugares que se quedan grabados para siempre: el Teatro de Taormina. Situado sobre una colina con vistas al mar Jónico y al Etna, este antiguo teatro griego —posteriormente ampliado por los romanos— es tanto una joya arqueológica como un balcón natural sobre el Mediterráneo.
Construido en el siglo III a.C., fue utilizado para representaciones dramáticas y, más tarde, para espectáculos de gladiadores. Pero más allá de su historia, lo que impacta es el entorno: sentarse en sus gradas es experimentar un diálogo entre piedra, cielo y mar.
Desde allí, se ve cómo el azul intenso del mar se extiende hasta fundirse con el horizonte, mientras el Etna, en la distancia, vigila en silencio. El viento marino trae su aroma salado, y el sol calienta las piedras antiguas. Todo el lugar respira un aire atemporal.
En ese silencio, uno puede imaginar los ecos de las tragedias griegas, las ovaciones romanas, y la vida de un mundo ya desaparecido. La acústica, la luz, la inmensidad del paisaje… todo contribuye a una atmósfera casi sagrada, donde lo natural y lo histórico se abrazan.
Sicilia, además, guarda otros teatros clásicos como el de Siracusa, el de Segesta o el romano de Catania, cada uno con su propia historia. Pero el Teatro de Taormina tiene algo único: su capacidad de emocionar sin decir una palabra.
EL DESIERTO DE LA HUACACHINA. PERU
El Desierto de Huacachina, en pleno corazón de Perú, fue uno de esos lugares que nos dejó sin palabras. Un mar de arena dorada infinita, bajo un sol implacable, que se abre de pronto para revelar algo casi mágico: un oasis rodeado de palmeras y un lago tranquilo, como si el desierto se hubiera detenido un momento para dar vida a este rincón improbable.
La experiencia comienza ya con la vista. Las dunas, altas y suaves, se pierden en el horizonte. Pero el momento más emocionante llega con el recorrido en buggy: subir a uno de estos vehículos todoterreno es lanzarse a una montaña rusa hecha de arena. El buggy sube y baja por pendientes imposibles, y cada salto deja una mezcla de adrenalina y asombro.
Arriba, desde lo alto de una duna, la vista es impresionante: curvas de arena bañadas por el sol, el oasis brillando a lo lejos, y un silencio que lo envuelve todo. Solo el viento rompe la calma.
Y para los más aventureros, no falta el sandboard: deslizarse duna abajo como si fuera nieve, pero con sol, calor y arena por todas partes. Es el broche perfecto para una tarde que parece sacada de otro planeta.
Huacachina no es solo un lugar para ver. Es una experiencia completa, hecha de luz, movimiento y silencio, que se queda muy dentro.
MUSEO EGIPCIO DE TURÍN. ITALIA
No esperábamos encontrar una colección egipcia tan impresionante fuera de Egipto, pero el Museo Egipcio de Turín (Museo Egizio) nos dejó perplejos. Fundado en 1824, es el más importante del mundo dedicado exclusivamente a la civilización egipcia después del museo de El Cairo, y uno de esos lugares que marcan una visita.
Desde el primer paso, te sumerges en más de 5.000 años de historia, rodeado de más de 30.000 piezas arqueológicas que abarcan desde el periodo predinástico hasta la época grecorromana. Todo está organizado de forma cronológica, lo que hace que el recorrido sea también un viaje gradual en el tiempo.
Entre las piezas más destacadas, impresiona la estatua de Ramsés II, que domina con su presencia una de las salas principales. También hay sarcófagos, papiros, amuletos, esculturas, momias y joyas que cuentan, con detalle y belleza, la vida, la religión y el arte del antiguo Egipto.
La colección de momias y ajuares funerarios es una de las más impactantes. Ver esos objetos, tan personales y rituales, es acercarse directamente a la visión egipcia del más allá. Y entre las joyas del museo, destaca el Papiro de Turín, fundamental para comprender la mitología y la genealogía de los faraones.
Más que un museo, este lugar es una experiencia inmersiva. Cada sala, cada objeto, está cuidadosamente presentado para que uno pueda comprender y sentir el peso de una civilización que sigue fascinando siglos después.
El Museo Egipcio de Turín es, sin duda, uno de mis rincones favoritos, y un imprescindible para cualquiera que sienta curiosidad por la historia y el legado del mundo antiguo.
MALL NATIONAL WASHINGTON. ESTADOS UNIDOS
El National Mall, en el corazón de Washington D.C., es mucho más que un espacio abierto entre monumentos. Es un lugar donde la historia, la política y la memoria conviven en equilibrio, ofreciendo una experiencia que mezcla solemnidad, conocimiento y belleza urbana.
Esta explanada verde de casi tres kilómetros está flanqueada por algunos de los puntos más icónicos de Estados Unidos. A un extremo se alza el Capitolio, sede del Congreso; al otro, el Lincoln Memorial, que recuerda con sobriedad la figura del presidente que marcó una época.
En el centro, el Monumento a Washington, un obelisco de mármol blanco, se eleva con fuerza, visible desde todos los puntos del Mall. A su alrededor, los museos de la Smithsonian Institution —como el Museo Nacional de Historia Americana y el Museo del Aire y del Espacio— abren sus puertas de forma gratuita, convirtiendo el paseo en una experiencia educativa accesible para todos.
Uno de los espacios más conmovedores del recorrido es el Monumento a los Veteranos de Vietnam, un muro negro de granito donde están grabados los nombres de más de 58.000 soldados que murieron o desaparecieron durante la guerra. Su diseño, sobrio e íntimo, invita al silencio y al recogimiento. A su lado, los memoriales dedicados a la Guerra de Corea y a la Segunda Guerra Mundial completan un conjunto de homenaje a quienes sirvieron en momentos cruciales del siglo XX.
El National Mall es un reflejo del espíritu democrático estadounidense, un espacio de encuentro, memoria y reflexión. Fue también el primer rincón que conocí de todos los que forman esta colección, allá por 1989, durante una estancia de un mes en la capital de Estados Unidos. Y aunque es el último que comparto en esta serie, es, en cierto modo, el lugar donde todo comenzó. Una forma simbólica de cerrar este recorrido por el mundo a través de rincones que han dejado una huella en mi vida.